La despertaron los pájaros y unas risas que pasaron junto a su ventana.
Al principio, fue un sobresalto del alma, latidos tropezando en su corazón; después, fue la fresca memoria del
adiós y la mudanza.
Se vistió con cuidado, sintiéndose dueña de cada movimiento. Y así se paró ante el espejo del baño, tomó con determinación la tijera y se cortó el pelo de una manera un poco loca, como lo había querido tener siempre. Se miró a los ojos un momento, sonrió y comenzó el día.
Abrió las ventanas, reubicó los pocos muebles. El dormitorio quedó precioso con ese cubrecama floreado y aquellas cortinas de plumetí que había guardado tantos años.
En el comedor dió privilegio al atril y las pinturas, instalando su "taller" junto al enorme ventanal: esa es la causa ahora de su vida. Una de las causas. La otra es vivir con alegría, sin que importe casi nada más.
Se encuentra, de pronto, ante el enorme espejo que le ha dejado la dueña de la casa. Sin pensarlo, le cuelga unos collares y dos chalinas de colores. Y se ríe. Le pone la ruana celeste al viejo sillón como abrigándolo y acomoda la mesa y las cuatro sillas, haciendo conjunto.
Entonces se da cuenta que tiene hambre; que todo ese comienzo le hizo olvidar del desayuno. La cocina es pequeña, luminosa y está pintada de amarillo. La ordenó anoche, apenas llegada, cuando fue hasta el almacén por algunas vituallas. Sonrió recordando que en las dos cuadras de ida y las dos de vuelta, la habían saludado cinco o seis personas, sorprendiéndola felizmente.
Saboreó el café con leche y los bizcochos crocantes, mirando hacia el pequeño patio y disfrutando de la vista del joven ciruelo y los gorriones. "Estoy sonriendo de nuevo?" Sale a mirar las plantas, a descubrir su nuevo mundo. Se sienta en el olvidado silloncito de mimbre que tendrá que pintar y arreglar un poco, piensa, y mira el cielo. Un cielo de invierno, levemente nublado, que le trae a la boca y los ojos, un sollozo que viene guardando de ya no sabe cuándo. Y llora en silencio, un largo momento, mientras recuerda la despedida de los chicos y la última mirada Oscar, cuando ella se subía al camión de la mudanza.
Despues de todo, no se ha ido tan lejos. Los chicos pueden venir a visitarla siempre y Oscar se acostumbrará a estar sin ella. Y si no se acostumbra...
Vuelve a la casa y come otro bizcocho, se estira como un gato y siente un satisfecho cansancio. Suspira, se toca el pecho, se abraza a sí misma y decide que una larga ducha le vendrá de perlas.
El agua la despierta. Siente cada parte de su cuerpo, toda la extensión de su piel. El jabón la acaricia lentamente descubriendo una sensualidad que la sorprende, la hace reir, llorar otra vez. Tantas sensaciones, tantas...
En el dormitorio se da cuenta que ya es casi de noche y que tiene frío. Enciende la estufa y envuelta en el toallón que eligió con tanta ilusión en medio de su "loca decisión" como la llamaba Oscar, camina hacia el hogar y, con más decisión que habilidad, enciende un fuego pequeño que le parece un triunfo enorme.
El espejo la refleja y ya no puede evitarlo. Enciende la luz y la araña la ilumina enteramente.
De pie, frente a sí misma, suelta el toallón y se observa detenidamente. Ya no es joven, ni turgente, ni bella. Ya no es ágil, ni graciosa. Ya no. Pero es ella y se tiene un valiente e insoslayable amor.
Apoya todo su cuerpo contra el espejo y besa su propia boca.
Luego, mirándose otra vez a los ojos, silabea en voz alta, para escucharse decir:
-Feliz día de la independencia, querida Alicia!
¡Feliz día de la Independencia!
ResponderEliminarLibertad, vida y amor.
Escribes tan bonito, Miralunas,tan desde dentro, tan con los sentimientos a flor de piel... que siempre me dejas con un regusto de "envidia" de la buena! ;)
ResponderEliminarPues feliz día de la Independencia!
Comenzar de nuevo llevando el bagaje de lo anterior,reformarlo, adaptarlo...
Muxutxuak!
¡¡¡¡¡¡BRAVOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!
ResponderEliminarFeliz día de la Independencia.
Que bien descripto ese primer dia. Derribar muros, salir de la opresión y la asfixia a pesar de todo, correrse de lugar, apostar a lo nuevo, y sobre todo reencontrarse con uno. Un beso.
ResponderEliminarVí a la patria como a una bella y obsecada mujer, deseosa de ser.
ResponderEliminarDany la describió mas que bien a partir de tu texto.
Abrazo inmenso!
Buenísimo tu modo de mostrarnos cómo es el llegar al lugar que te espera. Si. si, siii, ¡bravo
ResponderEliminary olé con ole! por ese silloncito de mimbre que rescatarás.
un beso
Interesante su enfoque sobre un tema cívico, que usted pasa hasta por el tapiz de la sensualidad gracias a su buen estilo narrattivo. Un abrazo.
ResponderEliminarcecy: la independencia siempr ilumina las ventanas. beso
ResponderEliminaredurne querida, siempre es bueno empezar, si. abrazos.
graciaaaaassssss, tracyyy!
dany: así es como es. me parece que siempre. un beso
ResponderEliminarmaga, qué idea esa de la Patria! has enriquecido mi texto! abrazo inmenso!
mode: siempre pones tu ojo en la línea más cálida. gracias por eso! abrazo.
ResponderEliminarwilliam, caballero: me han encantado sus palabras y su visita. gracias1