miércoles, 29 de septiembre de 2010

otro amor que no ha de ser



 al cronista, claro








hoy lo intenta otra vez:
le llueve suavecito.
le hace frío, le hace vientito,
solo por ver si con eso
logra entonces seducirlo.

antes hacía lo de siempre:
florecía los árboles,
malvoneaba los balcones, 
iluminaba con mas sol
las calles por donde él andaba
le ponía tibiezas a los atardeceres
reinventaba el canto de las calandrias
le inquietaba el corazón 
lo invitaba a un banquete de deseos.
  
pero él es un hombre flaco
que ha cruzado muchas calles
y ha mirado muchas lunas
con melancolías de tiempos  
que le son ajenos  
y prefiere el vino espeso
de las soledades, 
a los efímeros manjares.
la sonrisa a la carcajada.
camina mejor las noches
que el aire de la mañana.
mejor otoño que primavera.

y a ella no le salen bien las lluvias.
no logra el silencio del otoño.
sus gorriones no se quedan calladitos
en los rincones de mirar llover
no sabe cómo hacer.
no tiene hojitas secas
para que sus pasos las pisen
enruidando las veredas.
sus vientos perfuman el aire
son frágiles en tristezas,
duran poco.
  
pobre muchacha floreadita
que enfrenta todas las críticas
y prueba todas las lluvias
solo para que él la mire. 
y no la mira.

y en el aire van quedando
suspiros de otro amor
que no ha de ser
así como el de la calle honduras.

sábado, 18 de septiembre de 2010

ella se despierta













ella se despierta
suave
con un tenue dolor
de tristeza que le pica en la espalda
pero luego
la urgente mirada de los hijos
la pone de pie.

se implica 
en una mueca de sonrisa
y mira a Ringo 
que la mira, dulce y negro.

en la ventana 
la espera setiembre
y, quién dice, 
en la siesta, a la vuelta,
ronde un fauno de ensueños.
o un pájaro azul
(ese que nos hace felices)
le cosquillee el hombro
como un aviso.
entonces, 
Carla se mira en el espejo.
y le gusta esa mujer, esa mirada
esa ilusión dibujada
en el centro de la frente.

y su corazón 
cierra esa pesada puerta;
intenta cerrarla.
tal vez mas tarde...
no sabe cuándo. pero algun día.

mientras,
se perfuma la piel y el alma
es su cumpleaños!
por tanto y por ella
de verdad 
inicia la construcción 
de una libre alegría.

tal vez, mañana...


gracias a Tere y Ringo por la imágen


jueves, 9 de septiembre de 2010

afuera, septiembre.


Esa mañana le parecieron mas atorrantes los gorriones que otros días, provocando a las tranquilas torcazas con tanta bullanguerìa.
Septiembre había dejado atrás la lluvia y el sol le puso un silbidito tanguero mientras se cebaba un mate. Después de lo que tenía que hacer a la mañana, dormiría una siestita porque la noche iba a ser larga: le había prometido a la Zully copetín, cena y milonga. Y después telo con desayuno en ese bonito lugar de Parque Patricios como la última vez.
Buscó la latita que cuidadosamente guardaba en la heladera (a ver si los chorros lo iban a encontrar desprevenido, justo a èl), sacó el sobre, lo puso en el bolsillo interior del saco y contó unos cuantos billetes que gastaría gustoso con la Zully. Sacó lo que necesitaba y volvió a poner en la latita lo que reservó para la garufa.
 Y salió del cotorro cantando bajito: ..."Y todo a media luz, crepúsculo interior. ¡Qué suave terciopelo la media luz de amor..."
El primer trámite fue rapidito, el coso tenía todo preparado. Pagó y ya.
El segundo, sin novedad en el diagnóstico: así nomás eran las cosas.
Pasó por el Bar de Sandy y se engolosinó con un guisito de lentejas y un vinito. Tras cartón, flan mixto. Todo de rechupete.
Se despidió de Sandy: "Me voy de viaje, princesa!" Sandy estuvo curiosa: "Ah!... Itinerario secreto mientras duren las chirolas!" "Te voy a extrañar, Gringo" El sonrió con toda su cara: "Con eso alcanza y sobra, hermosa!"
Y se mandó nomas una siesta que se la pidió prestada a la muerte, tan bien la durmió.

Se vistió lento, con cuidado, con sus mejores pilchas. Se perfumó y todo.
En la esquina de lo de Zully le compró flores.
Ella estaba tan buenamoza! Ese vestido azul con florcitas, un poco antiguo, le daba un toque distinguido. Y ese brillo en la mirada la hacía más joven, parecía.
-Ay..., flores! En que andàs, Gringo? Ya somos grandes para hacer los novios.
-Es que esta noche te voy a pagar la felicidad de este tiempo, mi querida.
Y así iba siendo, pensó Zully en la milonga.
Habían comodo delicioso en ese restaurante bien de bute y luego el champán enfriándose en el balde, y ellos bailando como cuando eran jóvenes en esa milonga del Centro. (Y sin que le molestaran los tacos altos!)
A la una y media llegaron al hotel ese tan bonito de la última vez.
Y todo en taxi.

El Gringo dijo: "hoy me toca a mi". Y le sacó el vestido. Ella guardaba intactas las formas de entonces; de tantos años atrás.
Acomodaron las luces, buscaron entre risas y susurros el canal de la mùsica romántica, y entonces sí, esa fue una noche que ella no olvidaría.
Se conocían de toda la vida con el Gringo: todo su tiempo de casado con Rosita, todo su tiempo de prostituta sola. Desde que quedó viudo, se veían de tanto en tanto "para divertir un poco la vejez" como decían. Quién sabe, como cincuenta años de ser amigos..., quién sabe!
Y los ojos de Zully se cerraron de placer y su boca se abrió en suspiros, sintiéndose amada como nunca.
El Gringo puso el empeño y el deseo que le restaban, los puso con caliente esmero en el cuerpo de esa mujer, con el amor que ningún otro.
Fueron jóvenes y felices en un juego amoroso que los dejó exhaustos y los hizo dormir abrazados.
Zully fue la primera en despertarse, porque nada nunca la hizo acostumbrarse a dormir en un abrazo. Entonces, miró su rostro tranquilo y le acarició la panza como si fuera su mujer y cuando él comenzó a despertarse lo acarició un momento como si fuera su amante.
-Buenos días, querida. Y la miró como ella no sabìa que podían mirarla. Y ella lo besó como él ya no creía que podían besarlo.

Cuando bajaron del taxi frente a la casa de Zully, el viejo reloj de la Iglesia de enfrente tocaba las campanadas del mediodía. "Dios nos está mirando!" y se rieron con pudorosa ternura.
"Entrás?" "Mejor, no. Tengo cosas que hacer". Y se quedó un momento mirándola, como si la tuviera que fijar en la memoria. Despues, sacó una tarjeta del bolsillo pequeño del saco y le dijo: "Andá a esta dirección de parte mía. Te dejé un regalo".
- A mí? Un regalo? Y porqué, Gringo?
- Porque me voy de viaje y porque te quiero.- Cuando ella quiso saber, el hombre utilizó las mismas palabras que con Sandy. "Ah..., itinerario secreto mientras duren las chirolas".
Y lo mismo cuando ella dijo: "Te voy a extrañar, Gringo!"; pero distinta su respuesta con voz entrecortada: "Con eso alcanza y sobra, mi querida. No te olvides de tu regalo".

Zully no pudo con su curiosidad y fué ese mismo día a la "Escribanía Carbone Ortiz". Le dieron la noticia de la herencia cerca de las siete de la tarde.
Mas o menos a la hora que el arma humeante se resbalaba de la mano del Gringo, que alcanzó a pensar en ese oscuro instante antes de morir: "Al fin te gané, maldito càncer".
Afuera, septiembre celebraba un plácido atardecer de gorriones atorrantes y tranquilas torcazas.


milonga: baile, ir a bailar.
telo: albergue transitorio para citas de amantes.
chorros: ladrones. 
garufa: farra, juerga, fiesta.
cotorro: bulìn, cuarto de pensión. aquí aludido a la casa, sin embargo.
coso: forma de referirse a alguien.
tras cartón: en seguida, de inmediato.
de rechupete: expresión para decir estuvo muy bueno, muy rico.
chirolas: dinero. monedas, en realidad.
pilchas: ropa.
bien de bute: lujoso.