jueves, 31 de enero de 2013

este jueves: hablar escribiendo/límites.




yo quería, deseaba, necesitaba, no sé, soñaba, imaginaba casi siempre, que la despedida fuera porque yo me hacía vieja y a vos te quedaba todavía la vida que a mi ya me había vivido, con otros sueños, si; y otras aventuras, acaso amores nuevos o un amor, que te distrajera de mí y entonces.
que porque aún escuchabas, pasado el tiempo, músicas que a mí me confundían el paso y a vos te movían pensamientos y sentires en ritmos que me eran ajenos. esas cosas que parecen caminos encontrados y son encrucijadas.
que porque yo miraba películas de amor con finales felices y vos navegabas en un eter de redes sociales y mágicas tecnologías a las que mi mente se resistía con aplicada rebeldía.
no hablo del amor. no digo la pasión entretejida en amaneceres y risas. descubrimiento de senderitos a los que no me hubiera atrevido sin la divertida guía de tu atorrantura libertaria. 
no hablo del amor ni del romance con un Eros que convertiste en el Jano que siempre sos, nacido en enero, (mirá vos qué especial coincidencia). 
ni los hablo, ni los nombro, porque siempre serán aquellos besos que nos besábamos en los marcos de las puertas, para cuando la realidad fuera un terremoto arrasador y sólo quedaran en pie la puerta y el marco. nuestro sexo embesado, te acordás. nuestro amor ensexado de puro embeleso.
y entonces, Jano. el de las puertas y los finales. fuiste sin saberlo, pero ahora que lo pienso, lo siento, lo lloro en el desembeleso. 
como fué que la rutina de las repitencias me embaucó, aunque era yo una amazona vigilante de tu mirada y el camino de tus caricias. y la luna. tantas veces la luna.
sin embargo el adiós fue la tristeza, la rabia de marcos y puertas asoladas. el llanto escondido y el proclamado. pero más que nada la tristeza, el límite.
hay, entre todas mis memorias, la que se ha perdido irreparablemente: ya no me verán "bajar a aquella fuente ni el blanco sol, ni la amarilla luna."

por esta tristeza, que no nombra al amor, ni a la irredenta pasión, ni al embesado embeleso.
ay! 

más hablares escritos en lo de Rossina / Rochies

domingo, 27 de enero de 2013

Relato del Jueves: Página 53


su madre, que vivía entonces en un vecindario menos sórdido, en la rue Neuve-de-Seine. Madame Tristán no podía entender que no quisieras retornar al hogar, donde tu marido, el padre de tus hijos. ¡Flora! ¡Flora! ¿Qué locura es ésta? ¿Abandonar a André Chazal? Con razón el pobre hombre se quejaba de no recibir noticias suyas. Creía a su mujercita en el campo, cuidando de los niños. En las últimas semanas André había tenido, de pronto, quebrantos económicos: los acreedores lo acosaban, debió abandonar el piso de Fossés-Saint-Germain-des-Prés y su taller fue embargado por el Juez. Y, precisamente ahora cuando tu marido te necesitaba más que nunca, ¿ibas a abandonarlo? Su madre tenía los ojos llenos de lágrimas y la boca trémula.

             -Ya lo hice- dijo Flora-. Nunca volveré a su lado. Nunca más perderé mi libertad.

                          El Paraíso en la otra esquina - Mario Vargas LLosa- Alfaguara-              
                       Cap.III- Bastarda y Prófuga- Dijon, abril de 1844- Página 53


"¿Es aquí el Paraíso?"
"En la otra esquina, mi señor." (*)

Miro por la ventana y llueve con un sol resplandeciente de verano.
Miro: me miro las manos, me pienso los ojos, me reviso el pensamiento, me espío el alma, me encaracolo un instante en mi ombligo y me expando con toda la piel como una bandera.
La lluvia duró solo un momento. El vidrio se ha manchado de diamantes.
Sonrío y me emociono por casi nada en estos días.
Se me ha escurrido el amor de entre las venas, se ha desmadejado en mi pulso, desmayado de frutas amargas, rutinas inevitables, promesas imposibles, profecia cumplida.
Cupido ya no me entibia el corazón, ni Eros duerme a mi lado. Se nos ha ido el Amor. El Paraíso siempre en la otra esquina.
(Una nube pasa.)
Y todo es ahora esta libertad renacida, este espacio todo mío. Este goce que aún es una pena desdibujándose.
Laboriosa mi alma, vuelve a tejer con detalle mis tejidos antiguos: la luz de mi mirada, la textura de mi boca, la inquieta yema de mis dedos, mi turgente corazón.
De pie en mi misma, se despierta mi irredenta Libertad.
El Paraíso, por suerte, en esta esquina.


(*)referencia a un juego infantil en el que los niños cambian de lugar y el Paraíso también.




NOTA DE LA AUTORA: este fue un juego divertido, inteligente y muy participativo que propusieron Lois y Clark en su The Dayly Planet Bloggers: escribir inspirados por el primer  párrafo de la página 53 del Libro que estuviéramos leyendo y luego adivinar a os autores en los relatos publicados en su blog.  Yo no pude participar en la "competencia" por falta de tiempo e inteligencia. Pero fue lindísimo leer todos esos relatos. La ganado ra fue ANY y luego PEPE. Abrazos y aplausos para ellos. 


viernes, 18 de enero de 2013

Relato juevero: El árbol del ahorcado


Este jueves amaneció con una lluvia arrasadora en Cap Haitien y una imagen que humedeció de miedo la espalda del hombre que recorría el sendero vecino al árbol.
De una de las ramas del flamboyán florecido como una llama, colgaba el cuerpo inerte de una mujer ahorcada. Joven y bella, su rostro permanecía inmutable al ahorcamiento.
Reaccionando de la fascinación que aquella escena le provocaba, el hombre comenzó a correr gritando desesperado pidiendo ayuda, resbalando y cayendo en el barro del camino.
Regresó, en compañía de otros dos hombres y con cuidado  descendieron el cuerpo y lo rescotaron en el tronco del árbol. Ya no llovía.
Entonces, ante el aterrorizado estupor de sus testigos, la mujer abrió lentamente sus ojos y, mirándolos como de siempre, habló asi:
   -Mi nombre es Inés, he vivido un milagro de amor y ya no puedo morirme sin que alguien rompa este embrujo que ha superado la intención del hombre que me amó hasta su muerte, viviendo de la energía que me iba quitando cada día que sufría. El mismo que esa noche me rescató de la podredumbre de la muerte y me hizo el amor como nadie, nunca. Ay, transformó mi carne abierta de gusanos y ese esqueleto consumido, en sostén de esta piel de seda y de esta belleza en la que nadie me reconoce, porque la luminosa tristeza de mi mirada espanta la mirada de los otros. Me rescató de los olores impregnantes, perfumando con su sexo mis adentros y mi sangre, con este perfume que inquieta y aleja a la gente de mí.  Debió ser una venganza, porque también se fue sin mirarme, dejándome sola con la pasión recién descubierta, en el aprendizaje de sus besos. Y cuando lo seguí, sonámbula y desnuda, ví como se ahorcaba  en ese arból cercano al cementerio. Pero ya no pude morirme.
Dos de los hombres se habían puesto en cuclillas para escuchar el relato en esa voz musical que los hipnotizaba. Benigno, en cambio, un poco más lejos, afilaba con delicado detalle el extremo de un palo, con gesto inexcrutable.
    -Pobre Raul querido que nunca me hizo así el amor; pobre su hermano que me amó hasta la muerte sin poder aceptar este milagro, sin siquiera verlo; y pobre de mí que vivo esta insoportable soledad, deambulando sin sensaciones, aunque el amor me haya devuelto los latidos de la sangre y el peso del alma!
Entonces, ella hizo un sollozo parecido a un alarido y comenzo a llorar a borbotones. Los tres hombres vieron como los ojos de Inés fueron poniéndose blancos y sus labios agrietándose hasta sangrar. Fue cuando Benigno acercando su alto cuerpo moreno, clavó con decisión la punta del enorme palo entre los pechos turgentes de Inés.
La bella mujer recuperó por un instante su viva mirada y pudo ver los antiguos ojos negros de Benigno despidiéndola.
Una grácil silueta sutil como un suspiro se desprendió de ese cuerpo de mujer, desdibujándose entre las ramas del rojo flamboyán. Los hombres suspiraron aliviados.
A lo lejos se escuchó por un momento cloquear a un tocororo.

nota de la autora: esta hisoria tiene otro ahorcado
 
Image
 ellos solo quieren ser escuchados
 
 
árboles y ahorcados en casa de Luis 
 

lunes, 14 de enero de 2013

este lunes: en pelotas, me retomo y me rearmo



 
 
... y no se siente nada mal!

viernes, 11 de enero de 2013

este jueves: a nuestros mayores (por la sensualidad)


                  Dame el humo de tu boca./ Anda, que así me vuelvo loca./ Corre que quiero enloquecer/ de placer,
sintiendo ese calor/ del humo embriagador/ que acaba por prender/ la llama ardiente del amor. *
Ella salió de la cocina con una sonrisa en los ojos: cumplida la tarea, iba por su premio.
El leía el periódico como cada noche, esperándola, fumando distraído, porque no le gustaba ir a la cama sin ella.
Era una hora que esperaban, ésa. Después de la cena los hijos se retiraban a sus cuartos, o salían.
Y a ellos les quedaba el silencio y la intimidad.
Ya no eran tan jóvenes, pero no se les había dormido el deseo.
La mujer, apenas alta, gorda y armónica sin exhuberancias, cerca de los cincuenta pero bonita aun, tenía una boca sensual y amiga de la risa y unos ojos color café de mirada habladora.
Se detuvo un instante, y mientras lo miraba, repitió aquel gesto de coquetería tan suyo: humedeció apenas con su lengua la yema de los dedos y los pasó por sus cejas oscuras.
Luego caminó hasta él, le quitó el periódico suavemente dejando que se deslizara hasta el suelo, se inclinó hasta casi tocarle la cara y en medio de un casi abrazo lleno de complicidad, le cantó en un susurro: “Dame el humo de tu boca…, anda, que así me vuelvo loca!...” con esa voz un poco ronca y llena de erotismo que solo él le conocía.
Y entonces, él, con aquella sonrisa dulce y prometedora que solo ella le sabía, la acomodó en su regazo y la besó lentamente, acariciando su espalda y sus muslos, con clara promesa del premio que ella había ido a buscar.
Yo había dejado mi cuarto e iba a la cocina por una fruta, cuando vi salir a mi madre de la cocina con ese gesto de muchacha y mirando con ese ensueño hacia mi padre: me detuve en silencio, con la sensación de invadir espacios que me estaban vedados.
Y así, fui testigo voluntaria de aquella ceremonia secreta.
Era una noche de domingo.

Ahora también es noche de domingo.
Estoy sola, de esa forma que me gusta estar sola las noches como estas: un libro amigable, una copa de buen Malbec y la radio sonando bajito.
Estaba yo distraída en la lectura, cuando de pronto irrumpe en mi atención una voz grave de mujer que canta: “Dame el humo de tu boca…, anda, que así me vuelvo loca!...”
Volvió aquella escena a mi memoria y apuré mi Malbec, ahíta de sensaciones como cada vez que la recuerdo, porque percibí después que aquella afortunada noche, mi madre me reveló, sin saberlo, el maravilloso secreto de la sensualidad.
Ese es su legado que mas agradezco.
Lo agradezco cada vez que amo, que deseo, que sueño, que beso, que me río, que me perfumo. Cuando hago el amor y cuando uso mi inteligencia. Cuando estoy triste, cuando digo gracias, cuando encuentra una mirada que me mira y me besa.
Y en cada ceremonia secreta que soy capaz de celebrar.
Ojalá Cecilia, algun día, me diga esto mismo.
Gracias, mamá. Por la sensualidad.
nilda quijano- mi madre
  
*Fragmento del tango FUMANDO ESPERO - 1922 -
Música: Juan Viladomat Masanas - Letra: Felix Garzo

nota de la autora: este post fue publicado apenas iniciado este blog. excusenme quienes ya lo leyeron; es que hoy quiero renovar este homenaje, especialmente.
 
mas honores allí, donde nos citó Gustavo
 

viernes, 4 de enero de 2013

te llamaré tres veces

                                                                                        a Marcela y su Comandante
Había sido la novia adolescente de su hermano Raul y su amor imposible desde que se acuerda.

Al tiempo que ellos se casaron, quedó desangelado y fue desalmándose sin poder evitarlo. 
Entonces que se fue acercando a la magia como sobrevivencia y se enredó en el rito vudú con las partes más oscuras de su mente.
Alimentó sus saberes y su amor desesperado durante todos esos años en los que empezó a desear que Inés se muriera. Y en esa especie de locura fue robando el alma y la salud de Inés.
Ella se fué el 21 de diciembre de 2012, llorada por Raul, sus hijos y todos los que querían a aquella bella mujer, leve y como enajenada, que miraba con ojos velados y sonreía ausente. Y el mundo esperaba su propio fin, confundido con los símbolos del hombre.
Él ayudó a su hermano viudo a entrar el ataud en el nicho, sin derramar una lágrima, sintiendo como latían sus pulsos en el cuello y las muñecas.
Anduvo silencioso y en espera hasta el primer día de 2013.

Empezó a prepararse con la primera estrella. Vistió su mejor camisa de seda, el fresco pantalón, los brillantes zapatos de bailar, el intenso perfume y comenzó a caminar con una leve erección molestándole el andar. 
A la luz de la luna, con la fuerza loca de la espera, corrió la lápida y retiró el ataud sin necesitar ayuda. Levantó la tapa, buscó el alma de Inés adentro suyo y, mientras la expiraba, la llamó tres veces con la escondida entidad de todos sus saberes.
Inés se incorporó como si estuviera viva, sin que él viera su color grisáceo, la mirada vacía  o sintiera el nauseabundo olor. Sólo vió aquella sonrisa ausente y olió el aroma dulzón de la muerta que volvía.

La abrazó como si fuera adolescente y Raul no existiera; y con esa conciencia le hizo el amor, hasta que la explosión de su semen y el propio cansancio, lo trajeron a la realidad de aquella sonámbula que mas tarde vagaría sin rumbo, si él no lo evitaba.

Era una mañana de calor insoportable en Port-au-Prince, cuando encontraron al hermano de Raul ahorcado ahí nomás del cementerio, sin que nadie supiera nunca porqué motivo había sido. 


Port-au-Prince es la capital de Haití.
imagen tomada de internet.

                                                                                     mas romances fantásticos en casa del Demiurgo