historia casi de ficción, personajes y nombres reales.
Virginia había andado ese día tristona y un poco desaliñada. Enfurruñada. Con la mirada huidiza y las manos débiles.
Jorge y las hijas la miraban en silencio.
Las noticias no eran buenas; dos intervenciones en un cuerpo cansado de resistir, eran muy malas noticias en realidad.
Al mediodía casi no almorzó lo que había cocinado sin ganas y, con el pretexto de no sentirse bien, se recostó un poco en una siesta de llanto silencioso y desconsolado.
Jorge, en simulacro de una serenidad que estaba lejos de sentir,fue a trabajar casi como si su mujer estuviera como siempre. Las hijas también hicieron sus cosas de siempre.
Y es que nada cambiaría la tristeza de Virginia, que había apagado el televisor y no quería escuchar la radio por miedo. Por miedo a un vacío desconocido que le provocaba náuseas.
A ratos pensaba en Olga, pobre. Qué dolor estaría sintiendo, aunque ella no sabía si era lo mismo.
Como una sonámbula llegó hasta el atardecer y como sin darse cuenta, se puso a preparar la cena.
A las ocho y media llegó Jorge. Le dio un beso como siempre y un abrazo un poco mas largo, mas apretado. Ella lo agradeció con una especie de quejido porque amaba a su marido y le hubiera gustado no sentirse así; pero no podía con su alma.
El hombre dejó las llaves en el lugar de costumbre, se quejó del calor, pero no intentó ninguna conversación. Virginia no podría sostenerla y la amaba así también, con ese extraño dolor a cuestas que la enajenaba de él.
Así que, mejor, encendió el televisor en el canal de noticias, como todos los días. Y de pronto, la pantalla se llenó con dos palabras enormes y la voz del locutor se exaltó con la primicia, sin que él atinara a bajar el volumen.
“MURIO SANDRO”
Desde la cocina llegó un sollozo parecido a la voz de un animal herido.
"No, no, no, no!!!” lloraba Virginia cuando Jorge corrió a abrazarla. Transitaba un llanto de mujer enamorada, de niña sin muñeca, de primer amor roto, de viuda solitaria.
Se agarró de su camisa como una loca, con la mirada perdida: tal vez iba despidiéndose de ese sentimiento especial que despertaba “ese” hombre en ella y del ensueño que la acompañaba desde la adolescencia.
Eso pensó Jorge: de cuánto de su alma debería despedirse Virginia desde ahora y de pronto lloró un poco él también.
Tantos años de hacer como que no le importaba, de sentirse excluído de sus sentires cuando de ese hombre se trataba. De adivinar diferentes razones para ese amor que había acompañado desde que se conocieron con Virginia. Y ahora, cómo sería ahora?
Puso la mente en blanco y se ocupó de abrazar a su mujer, que sentía ese dolor tan inmenso; ya llegaría el tiempo de hacer amigable el fantasma. Ahora era tiempo de sostener el alma de su mujer escurriéndose en ese llanto que la desvencijaba.
Cuando al rato sonó el teléfono, solo atinó a disculparse y explicar, mientras Virginia se ovillaba entre sus brazos:
- Ah, María. Murió Sandro, si. Gracias por llamar. No, María. No creo que te pueda atender. Mi pobre querida ha enviudado de su fantasía.
Y volvió a acompañarla llorando en silencio. Esta vez, por él mismo.
Nota de la Autora: SANDRO comenzó su carrera artística cuando eramos apenas adolescentes y siempre fue fiel a las mujeres de mi generación. Cantó, bailó, actuó y guiñó especialmente para nosotras. Yo no era de la corte de sus "nenas", ni siquiera me gustaba del todo, pero a la hora de los lentos... mmm! Por eso, lo reconozco como un símbolo sensual y amoroso para todas esas minas casadas, solteras, divorciadas, viudas, abuelas y madres que lo amaron mas allá de cualquier explicaciòn. Eran sus "Nenas". Este es el llamado que no le hice a Virginia, solo porque no hubiera sabido qué decirle.
Yo tampoco se que decir.
ResponderEliminarLagrimas corriendo por las mejillas.
"Mi pobre querida ha enviudado de su fantasía".
Precioso.
Besos Amigamia.
bueno miralunas
ResponderEliminarde verdad
untextohermoso
como quien diría, sencillamente porque captaste eso, que cuando es sincero sorprende...
a mí el gitano ni fu ni fa...
pero es maravilloso...
y ahora está en el aire, en sus nenas y vos le cantaste a una
besos miralunas
Besitos...y se feliz
ResponderEliminarA mi me encantaba Sandrooo!!!!
ResponderEliminarDesde siempre, aun cuando hace mucho, el solo decirlo era sinónimo de mal gusto. Lo he ido a ver a recitales, no había en mi entorno quien quisiera acompañarme, pero yo iba.
La verdad es que para evitar las lagrimas evité todo lo mediatico. Mi mamá me llamó cuando aun estaba grave, yo no sabía cuanto, y me dijo: "Se te está muriendo Sandro"...
Y bueno... hacia allí vamos todos, ya tengo varios que me esperan.
Bien dijo en una canción:"No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad, quiero que me recuerden con la misma felicidad"
Así lo recuerdo.
Gracias por tu post Reina!!!
Descanse en paz.
ResponderEliminarBesos.
Qué bien supiste plasmar lo que le debe de haber sucedido a mas de una pareja!
ResponderEliminarNo se puede competir con un ídolo!!
A mi me da mucha pena su partida, y me emociona el fervor que provoca este hombre. Y lo seguirá provocando, porque hay gente que no se olvida!
Un beso!
Aquí en Perú se siente mucho su ausencia. Un abrazo.
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