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cristina
Y además, como no sabía volar,
me dio por coleccionar pañuelos y golondrinas,
por culpa de la rutina del vaivén de las aceras.
Sabina-Varona-García del Río
Se despertó suavemente esa mañana.
Se estiró larga y despaciosamente.
Salió de la cama medio dormida, pero cuando abrió el grifo de la ducha se sintió bien despierta.
Y sonrió a su sonrisa en el espejo, antes que empezara a empañarse.
Un baño largo de agua cálida y mente en blanco, le puso en el alma una sensualidad que hacía un grisáceo tiempo que no sentía.
Sus manos bañadas de espuma y sus ojos cerrados reconocieron el mapa de su cuerpo olvidado sin que se diera cuenta cómo…, cuándo…
Eligió qué ponerse con el ritual que anuncia los festejos.
Un pantalón sin estrenar que descubrió de pronto, botas, pullover y abrigo de colores claros. El cabello suelto.
Se perfumó ante el gran espejo de la sala y luego produjo una nube de aroma solo para pasar entre ella como rompiendo una burbuja.
Cerró un momento los ojos para escucharse el corazón y sintió un leve escalofrío de tristeza: cuánto, cuánto, cuánto hacía que no escuchaba su corazón!
La calle estaba ruidosa y brillante esa mañana. “Un cielo azul de porcelana” que la hizo levantar la vista y arrebujarse en el abrigo, para silenciar la risa que iba naciéndole desde el fondo de su cuerpo.
Se arregló el cabello con coquetería y comenzó a caminar apurada y libre, hacia el centro de esa bella ciudad, con tilos y diagonales.
Se sentía ansiosa, casi excitada. Y en libertad. Una libertad elegida como si la hubiera parido. Una libertad dolorosa, preciosa, recién nacida.
Una sensación lujuriosa que la hacía abrazarse a sí misma, que la llevaba en andas…
El bonito Restó estaba casi vacío, así que eligió esa mesa de la ventana que tiene el seto de flores silvestres que le encanta y pidió una copa de vino blanco acompañado de un par de bocados.
Bebió el primer sorbo y la colmó silenciosa su propia soledad. La bebida fría le bañó la garganta y el espíritu como una recóndita caricia y los sabores de cada bocado le entibiaron la entibiaron el estómago y la pusieron conciente de su ombligo.
Un ruidoso suspiro se escapó inevitable y atónito de su boca cuando pensó en su ombligo, en su íntima soledad y en esa libertad descubierta como un premonitorio hallazgo.
Entonces, Cristina sonrió con una sonrisa rutilante; grandilocuente, que la hizo ruborizarse y mirar en rededor. Y lo vió caminar hacia ella como un gato en acecho, con la mirada oscura y la copa de vino oscuro en ristre.
Porqué brindamos?- instó ese hombre con una sonrisa que le tocó en medio del corazón recién recuperado.
Por mí- contestó con ojos prometedores.
Y mientras contestaba, sintió cómo tiraba sus pañuelos de llorar y recogía sus sueños, como bandada de golondrinas.
con todo mi corazón, querida amiga mìa.
ResponderEliminarBien por Cristina. Cristina? Que linda.
ResponderEliminarNo hay nada mas lindo que ser propia dueña de la vida, si que si.
Y ya sonrien muchos espejos.
:)
Besos.
Es hermoso saber despertar grillo una mañana, como Cristina(un sueño "eglógico y sencillo" de don Nalé Roxlo), en esos eternos homenajes a la dulzura de mi amiga Miralunas!
ResponderEliminarBesos
REL
Maravilloso despertar nos entregas .. me quedo deseando ese despertar..
ResponderEliminarsaludos fraternos
un abrazo
Recuerdo el día que nos presentaron. Recuerdo tu amable sonrisa franca. Recuerdo la aridez de esos primeros días que siguieron siendo áridos y primeros hasta el final (no es fácil echar raíces en los médanos).
ResponderEliminarRecuerdo que te buscaba. Como faro de sensatez, como fuente de osadas verdades, como autoridad que sólo se construye desde la experiencia y no dan los cargos.
Recuerdo que construiste para mí el refugio de las mujeres tristes en una mesa de comida para oficinistas.
Lo que no puedo recordar, es en qué momento te abrí el alma, para que puedas describirla como lo has hecho hoy.
Y es que entraste sola, con habilidad de escruchante, con palabras de libros y palabras tuyas, con el desenfado de la risa y hasta con gesto adusto, para enseñarme a ver que seré invisible hasta que no me reconozca.
Gracias amiga por el honor de estar en tus palabras.
Besos y abrazos desde el corazón
Cristina
Un privilegio leer tu texto y leer el comentario de Cristina.
ResponderEliminarEstá llena de latidos esta página.
Un beso para las dos!
:)
ResponderEliminarMuy bonita la historia.
Cristina debe estar contenta.
Besos.
OOOOOOOOOOOHHHHHH, me mató la frase final: "Y mientras contestaba, sintió cómo tiraba sus pañuelos de llorar y recogía sus sueños, como bandada de golondrinas", yo me sentí así una vez, es el feliz corte de una mala y larga época de la vida.
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Miralunas, un relato para que jamás se lleve el olvido. No pude evitar leer el comentario de Cristina, increíble por cierto. Que mística entraña las almas en fusión. Eso se hace visible en el espíritu verdadero.
ResponderEliminarQue buena lección de escucha y voluntad.
beso,
Hola Miralunas!
ResponderEliminarQué hermoso cuando las sonrisas de los espejos son de libertad!
Precioso relato!
Besos,
Mañana cuando esté por bañarme, veré si puedo sonreìrle a una sonrisa.
ResponderEliminarUn beso
PD: Què hermosa rosa te ha regalado El Verdadero Toro! Un verdadero romántico. Sin dudas.
Miralunas
ResponderEliminarTu corazón es enorme, no solo lo transmitis en el escrito, Cristina lo pone a la luz.
Me alegra haberte conocido!
MAGAH
Miralunas
ResponderEliminarMiraalmas
Mirasueños
El espejo retrovisor de tu corazón es salvador. Sonreírle a nuestra propia sonrisa en el espejo es como sonreír infinitamente.
Gracias por la belleza.
Estercita
Miras, ese Verdadero Toro... sabés quien es? Después te cuento, cuando nadie escuche.
ResponderEliminarBesos
Estercita
señora, le deje un mail en su casilla de gmail.
ResponderEliminar:)
Brindo por el despertar de Cristina, ahora sólo le resta desplegar sus alas y echarse a volar...vuela Cristina que desde arriba todo se vé mas lindo.!!!
ResponderEliminarBesitos
Tere
Extraordinario.
ResponderEliminarUn abrazo grande, pienso volver, o tal vez nunca irme.
Kutxi.
Me sacaste una sonrisa.
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