Ella fue una niña preciosa, una adolescente deliciosa y, siempre, una mujer hermosa.
Hubiera podido elegir entre todos aquellos jóvenes que le pidieron una mirada de sus ojos, una mueca de sus labios, un pequeño gesto de sus manos; pero a su papá, un hombre callado y hosco, al que nunca le comprendió esa rabiosa tristeza, lo incomodaba profundamente su belleza.
-Si no la cuidás, así como es, la tomarán por una cualquiera.- le repetía a su madre, que cargaba con una blanda culpa su propia lindura.
Así que Amanda Suarez creció tímida a la fuerza, débil de carácter para no enojar a su padre y proteger a su madre y de porte deslucido por esa ropa suelta, de colores sin color.
En la escuela fue una alumna aplicada y tenue, que mantuvo siempre apagados los fuegos interiores de la adolescencia.
Apenas cumplió los veinte años, por indicación de su padre y consejo de su mamá, aprendió a querer a Ernesto Martinez, un comerciante mayorista, diez años mayor, reservado y celoso.
Por tanto, Amanda siguió siendo esa mujer bella, voluntariamente invisible, que nunca hizo nada por ella; porque ni sus hijos, que le salieron varones y por cuestiones propias de su vida, crecieron con mezcla de su abuelo y de su padre.
Sólo una decisión tomó sola y en secreto: a la muerte de su madre (que por suerte sobrevivió a su padre y entonces ella pudo conocerle la sonrisa), se dedicó a pintar gracias a un atelier que había a la vuelta de su casa, donde la recibieron sin preguntas y le permitieron ese desparramo de colores tres veces a la semana, en días hábiles y horario comercial, para que nadie lo supiera en su familia.
Despues de cuarenta y dos años, Ernesto Martinez murió sin casi darse cuenta de lo que era vivir y Amanda lloró por dos días sin poder parar.
Al tercer día, tomó otra decisión: salió de compras.
Cuando llegaron sus hijos con su familia, encontraron la casa un poco cambiada.
Colgados en la sala, dos cuadros de brillantes colores anunciaron a esa bella desconocida vestida de rojo con flores en el pelo que, mirándolos a todos con ojos brillantes, risa en bandolera y manos en vuelo, les dijo cantarina:
-Bienvenidos a mi nacimiento, queridos míos!
prometo pasar por las casas de todos los colores!
ResponderEliminares que he andado con la vida un pelin embalurdada!
los abrazo.
Nunca es tarde cuando la dicha es buena.
ResponderEliminarFiguras en lista.
Gracias por participar.
saludos x 2
Y relato agridulce. Una vida por compromiso que ocultó el arco iris de su alma. Como dicen Lois y Clark, nunca es tarde si la dicha es buena.
ResponderEliminarUn beso
Así es, más vale tarde que nunca; por fin pudo empezar a vivir y a ser ella misma; hay quien muere sin conseguirlo...
ResponderEliminarUn beso.
Bravo por Amanda, nunca es tarde para nacer de nuevo y vivir la vida que siempre se soñó. Hoy una vida llena de colores para ella. Me encanta ese imagen vestida de rojo pasión, con la flor prendida en su pelo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Historias como éstas, son las que permiten creer que algún día será. No habría, eso sí, que esperar a enterrar todos los muertos para por fin nacer...
ResponderEliminarPero debe ser cierto que nada fue antes ni después sino en el momento justo.
Un abrazo, mi querida.
Es maravilloso que, no pudiendo vivir en colores, los mantuviera siempre dentro, esperando ek momento de florecer y que lo hicieran, que aún pudiera nacer de verdad.
ResponderEliminarMe ha gustado, hay tristeza pero triunfa la esperanza.
Besos.
hace mucho tiempo, cuando salieron sus tres primeros libros...luego, desde mi punto de vista, isabel allende se perdió, que leí sus tres primeros libros... ME ENCANTARON... y del mismo modo me encanta este texto, que por causa del recuerdo me recuerda a aquellos tres primeros de la ALLENDE... quizá esté mitificando algo aquellos tres libros de la ALLENDE. en todo caso, acabo, por lo tanto,, de mitificar este texto tuyo PRECIOSOOOOO¡¡
ResponderEliminarMEDIO BESO.
La belleza, esa belleza que permaneció escondida porque nadie supo verla, ni apreciarla, ni valorarla, al final explotó como una enorme traca de colores. Aplausos para esa decisión de "nacer" a una vida que nunca debió de permanecer soterrada ni esclavizada.
ResponderEliminarMe encantó tu relato.
Un abrazo.
Excelente renacer a la vida con una muestra de color. Muy bueno. Besos
ResponderEliminarNunca es tarde para renacer. Me gustó mucho el relato
ResponderEliminarUn abrazo
Lola
Que relato hermoso... Nada mejor que un renacer de estas características... Que a pesar de todo siempre se puede sonreír y aprender a cambiar. Un relato lleno de esperanza. Un beso y buen fin de semana.
ResponderEliminarEl renacer de la propia persona, de la vida y del color. Por fin se liberó.
ResponderEliminarUn precioso cuento. Siempre hay tiempo para empezar a vivir.
Un abrazo
Una historia maravillosa Miralunas, haber estado opacada tantos años, no le hizo perder la esperanza de encenderse y brillar de todos colores. Nunca es tarde para empezar, ni para renacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amanda fue una mujer como muchas otras, casarse por compromiso fue lo peor que hizo porque dejó de ser ella, pero seguramente no tuvo valor para enfrentarse a sus padres. Luego volvió a vivir y llenó su vida de colores.
ResponderEliminarMaginifico relato.
BESICOS.
¡Qué hermosa historia!...me encantó...y además resulta muy convincente la manera en que se despertó un día a la vida, pese haber tenida ya recorrida gran parte de su vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sé que ésto no es suficiente, esperar que el destino actúe y coloque a cada uno en su lugar, más que nada porque hay muchas historias en el que el azar deja de lado la fortuna, abandonando el restablecimiento. Pero no es el caso de Amanda, ella tuvo la ventura de terminar buen su narración y comenzar una nueva vida.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Aleccionador texto, narrado con sencillez y cercanía.
ResponderEliminarLa prueba de que los colores están ahí, enteros, vivos, esperando el momento de manifestarse en todo su esplendor.
Besos
"Aprendió a querer", y un poco así forjó su obligado destino. Después nació y fue luz. Un abrazo.
ResponderEliminarque alegría y qué pena! tanto tiempo, y tan poco, no?
ResponderEliminaren fin!
a vos colores no te faltan.
y sonrisas tampoco.
besos
Cuantas vidas por renacer y cuantas que nunca tendrán la suerte de hacerlo.
ResponderEliminarUn relato sencillo y profundo a la vez, dulce y amargo, mortecino y vital.
Me gustaron tus colores.
Un abrazo
Qué bueno comprobar que hay quien más tarde o más temprano encuentra los colores de su vida, bueno... su vida misma!!!!
ResponderEliminarUn cuento narrado que es una delicia.
besos
Nunca es tarde para renacer a todo color.
ResponderEliminarPreciosisimo.