sábado, 17 de enero de 2009

ya ni adios a gustavo

Al final del camino
Francisco Valdepeñas Maruendo

Sin nada que la señalara, imprevistamente, reconocí tu espalda.
Caminabas delante de mi, entre la gente, con ese paso así, como esperando, que tanto me gustaba.
Lo primero que vi fue el centro de tu espalda y mis ojos no pudieron evitar comprobar que eras vos. Extendí la mirada hasta ese cuello firme que sostiene tu cabeza y sonreí un poco por tu calva incipiente.
Llevabas una camisa azul que me hizo pensar en tus ojos; en tus ojos claros como de garúas por adentro, como de olas furiosas, como de aguas claras reflejando. Como de vidriecitos, cuando nos reíamos. Te reías poco, pero sonreías lindo.
Amaba mirar la forma de tu boca apenas leve, entre tu barba de oro rojo.
Me detuve un poco para ver cómo te ibas, sin sentir mi mirada, sin saber de mí, sin sentirme.
Me asaltó una tristeza húmeda, un nudo ineludible por detrás del esternón, casi al costado del corazón, justo en el alma.
Y sentí un desasosiego doloroso como un calambre.
Después de este tiempo tiritando tu ausencia, de todas las lunas menguantes que miré sin llanto, de todos los espejos en que quise olvidarte, los cafés que dejé enfriar de soledad en los bares y las mañanas grises como ángeles de cementerio, la imagen de tu espalda, tu paso, tu camisa azul, tus ojos por delante, tu barba de cobre, no habían movido el ritmo tranquilo de mi sangre.
Fue tan sólo una leve sensación de desmemoria, un gélido soplo en el hombro.
Ya ni adiós.

10 comentarios:

  1. y el instante vacío de la tristeza vacía

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  2. Ay cuando nos toca caminar por detrás de la ausencia.
    (si habremos simulado que sólo tomabamos un café, para no poner en evidencia que en realidad estábamos tomando un cafe solos)
    Un texto precioso, realmente precioso, Miralunas!

    Besos
    gracias

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  3. Miralunas realmente esa sensación de un encuentro no previsto en el que clandestinamente los recuerdos llegan, me pareció conmovedor. Cada vez me sorprendes gratamente. Logras en textos cortos reflejar todo un Universo.

    Un fuerte abrazo de oso y un besito de mago

    Carlos Eduardo

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  4. gracias por tus soplos en mis pároados dormidos, poeta!

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  5. Como me alegra cuando la sangre sigue en el ritmo tranquilo. Porque todo lo demas es solo un recuerdo.

    Y es momento para tomar café, con una sonrisa.

    ;)

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  6. Suele pasar. A veces los "adiós" no alcanzan. Peor aún, son inútiles.

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  7. Las ausencias duelen: después, antes, ahora, todo el tiempo. Es verdad que cada quien las enfrenta a su manera, pero que duelen...duelen.
    Preciso texto, querida amiga, ME HA ENCANTADO.

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  8. Muy bueno, reflejás sensaciones conocidas. Un beso.

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