Villa Angela, 2 de abril de 2011.
Querida Celina:
No sé si esta carta te encontrará en esa dirección, pero igual te escribo, porque ya sabés que de vez en cuando tengo necesidad de hacerlo y la semana que viene voy a cumplir cincuenta años.
Hoy me desperté raro. Anoche, Celina, mi hija que lleva tu nombre, nos ha anunciado que va a ser mamá; te das cuenta? Es tan jóven con sus veintitres años! Y cuando la he abrazado, jubiloso y emocionado, me ha dicho que si es varón lo llamará como su abuelo y no importó que le rezongara diciendo que Faustino es un nombre antiguo. Ella se ha reído y me ha contestado que no le importa, porque llevará el nombre de un héroe. Casi me pongo a llorar con el mismo miedo de antes, mirá.
Carmen me adivinó como siempre y cuando se fueron todos y nos fuimos a acostar, me pidió suavemente que hiciéramos el amor. Que a ella le gusta hacer el amor con un héroe y entonces, sí, lloré un poco entre sus brazos y luego traté de amarla como ella lo espera, aunque siempre en esta época del año me inunda esa terrible tristeza que tantas veces te he contado.
Ay, Celina querida! Vos fuiste la primera en llamarme héroe y despues de casi treinta años, aún me produce esa palabra como un revoltijo de miedo en el estómago. Sí, si. También me enseñaste que lo que ha sido heroico, es haber zafado te toda esa maldita resaca de la guerra. Por eso necesito decírtelo otra vez.
Fueron tus cartas de amor, Celina. Desde la primera que recibí, de casualidad, sin nombre, con aquel comienzo: "Querido soldado: ..." hasta la última, cuando te despedías de este amor imposible: "vos en el Chaco y yo en Buenos Aires, Faustino, haremos de este sentimiento una carga. Así que te escribo para despedirme, mi querido Héroe. Siempre estarás en mi corazón, con toda tu lucha y toda tu fuerza. Deseo con toda mi alma que seas feliz. Yo trataré de serlo también. Te lo prometo por todo este tiempo." Cierto; no pude irme del Chaco. Villa Angela me ha protegido como una madre de los malos recuerdos, porque parece estar suficientemente lejos de todo aquello. Y aunque Carmen es una compañera maravillosa que me pone el hombro con tanto amor, fueron tus cartas las que me salvaron del infierno de la locura. Por tus cartas, querida, soy este hombre contento de sí mismo.
Sin embargo, ya sabés que por este tiempo del año, necesito de tus cartas de amor, sin poderlo remediar con nada. Es lo único que me salvaría de los golpes que me asesta la memoria y me transforman en aquel muchachito desesperado de miedo que fui en Malvinas.
Ojalá que esta carta te encuentre en esa dirección, sería un buen regalo para mis cincuenta.
Un beso de los que nos escribíamos entonces.
Faustino
Querida Celina:
No sé si esta carta te encontrará en esa dirección, pero igual te escribo, porque ya sabés que de vez en cuando tengo necesidad de hacerlo y la semana que viene voy a cumplir cincuenta años.
Hoy me desperté raro. Anoche, Celina, mi hija que lleva tu nombre, nos ha anunciado que va a ser mamá; te das cuenta? Es tan jóven con sus veintitres años! Y cuando la he abrazado, jubiloso y emocionado, me ha dicho que si es varón lo llamará como su abuelo y no importó que le rezongara diciendo que Faustino es un nombre antiguo. Ella se ha reído y me ha contestado que no le importa, porque llevará el nombre de un héroe. Casi me pongo a llorar con el mismo miedo de antes, mirá.
Carmen me adivinó como siempre y cuando se fueron todos y nos fuimos a acostar, me pidió suavemente que hiciéramos el amor. Que a ella le gusta hacer el amor con un héroe y entonces, sí, lloré un poco entre sus brazos y luego traté de amarla como ella lo espera, aunque siempre en esta época del año me inunda esa terrible tristeza que tantas veces te he contado.
Ay, Celina querida! Vos fuiste la primera en llamarme héroe y despues de casi treinta años, aún me produce esa palabra como un revoltijo de miedo en el estómago. Sí, si. También me enseñaste que lo que ha sido heroico, es haber zafado te toda esa maldita resaca de la guerra. Por eso necesito decírtelo otra vez.
Fueron tus cartas de amor, Celina. Desde la primera que recibí, de casualidad, sin nombre, con aquel comienzo: "Querido soldado: ..." hasta la última, cuando te despedías de este amor imposible: "vos en el Chaco y yo en Buenos Aires, Faustino, haremos de este sentimiento una carga. Así que te escribo para despedirme, mi querido Héroe. Siempre estarás en mi corazón, con toda tu lucha y toda tu fuerza. Deseo con toda mi alma que seas feliz. Yo trataré de serlo también. Te lo prometo por todo este tiempo." Cierto; no pude irme del Chaco. Villa Angela me ha protegido como una madre de los malos recuerdos, porque parece estar suficientemente lejos de todo aquello. Y aunque Carmen es una compañera maravillosa que me pone el hombro con tanto amor, fueron tus cartas las que me salvaron del infierno de la locura. Por tus cartas, querida, soy este hombre contento de sí mismo.
Sin embargo, ya sabés que por este tiempo del año, necesito de tus cartas de amor, sin poderlo remediar con nada. Es lo único que me salvaría de los golpes que me asesta la memoria y me transforman en aquel muchachito desesperado de miedo que fui en Malvinas.
Ojalá que esta carta te encuentre en esa dirección, sería un buen regalo para mis cincuenta.
Un beso de los que nos escribíamos entonces.
Faustino
casi nada estas correspondencias
ResponderEliminarcuando se me hace un nudo en la garganta, no puedo decir nada, solo llorar.
ResponderEliminarnoelito: ojalá aquellas cartas que tantas y tantas mujeres escribieron, hayan salvado a algún soldado del miedo, de la soledad, de la locura. beso
ResponderEliminarcecy: así es como es. beso.
Que ternura y que pena también.
ResponderEliminarBesos.
toro: y qué inacabable enojo el de mi alma por esa puta guerra. besos
ResponderEliminarQué ternura de carta y qué asco de guerras.
ResponderEliminarQue hermosa carta sobre hecho tan doloroso, y más me cala porque está escrita en mi provincia y donde he nacido. Un abrazo.
ResponderEliminarTracy: asco de guerra, si y melancólica ternura, si.
ResponderEliminarCuriyú: usté es de Villa Ängela? Caramba! De allí es una querida compañera de la facultad y para mí siempre el Chaco es Villa Angela, o Saenz Peña, de donde es otra querida amiga de aquellos tiempos. Y tengo algún cuento escrito en la bella Plaza de Resistencia, mire usté.
me gustan sus visitas! un abrazo.
Me gusto mucho.
ResponderEliminarUn beso grande.
Nenes. Eran nenes. Mucho más chico que Celina. Con apenas 5 años más que mi hijo, que es un bebé (mi bebé).
ResponderEliminarDuele todavía hoy y no creo que deje de doler.
Como me duele el tema. Que dificil. Ayer veía a Aldo Rico decir que no se debe decir que eran nenes, sino soldados. Por favor!!! Muy buena entrada Miralunas....a pesar de la tristeza que me causa. Un beso.
ResponderEliminargus: y aunque no le hubiera gustado..., qué enorme alegría su visita!
ResponderEliminarMalena: sabés? por ese entonces, nos habíamos fabricado una antena de onda corta para escuchar la BBC de Londres y la escuché decir a Thatcher en su impecable inglés: "el tirano galtieri manda niños en zapatillas a pelear con nuestros soldados profesionales", mientras que el cura ése le decía a Magdalena Ruiz Guiñazú, en impecable mentiroso: "Nuestros chicos están fenómenos, tocando la guitarra al solcito!" Mecachendié! abrazo!
Dani: cuando escribí eso, me dí cuenta que ya no veo a los veteranos pidiendo en el tren o en el bondi. Ninguna ley se cumplió con ellos: ni casa, ni laburo, ni salud. ninguna! mecachendié, otra vez. Todos mirando por las ventanillas, cuando aparecía un veterano de guerra. un beso.
Hay palabras que salvan vidas, otras lo intentan pero no lo consiguen, pero todas las escritas con sentimientos alimentan bien toda alma.
ResponderEliminarUn abrazo!
¿Por qué cuando pronunciamos la palabra héroes no podemos sentir que nos han protegido y estamos a salvo sino que está todo perdido en manos de las más indiferentes de las injusticias?
ResponderEliminarPara otros, héroes son los que patean pelotas, levantan copas mundiales y les llenan el alma de emociones que no puedo entender…
Un beso grande,
D.
Esto es todo muy triste, a mas de inmensamente tierno.
ResponderEliminarMe descubro, Doña!
Un super muxu!
;)
Una pincelada de historia contada con mucha ternura y un homenaje muy real a todos los heroes que dejó esa guerra injusta.
ResponderEliminarTriste. Todo muy triste. Me cuesta agregar algo más, sepa usted disculpar.
ResponderEliminarUn saludo.
Y... 18.
ResponderEliminarPerdón.
Si nos entristecemos, a veces mucho, necesitamos de alguien que nos consuele, aunque sea un poco, para seguir viviendo esta vida de cuatro días tan largos, alguien cercano y cálido como un sol.
ResponderEliminarNo se apague nunca doñalunas
gabi: cuando esa guerra, hubo miles de cartas dirigidas a los soldados, ojalá hayan llegado algunas y servido de momentanea caricia aunque sea a algunos; porque las joyas y los chocolates, no llegaron a destino. un abrazo
ResponderEliminardaniel: pero asi es como es. así es como es! otro beso grande.
edurne querida: sombrero por sombrero! muxu!
noesperes...: y a ese frío que conoces, enviaron muchachos del calor! hay alguna guerra justa? me ha encantado tu visita, Alberto!
señor bigud: muy triste, si. lo disculpo, claro. y le agradezco el 18 (por si las putas moscas).
ResponderEliminarmoder: no nos apaguemos, querida señora!
Hermoso, tresite, muy humano, no puedo parar de llorar!
ResponderEliminarPibita,cuando pare de llorar, nos damos un abrazo?
ResponderEliminarMe encanta verala por acà!