miércoles, 21 de septiembre de 2011

cartas

    

                                                                 Villa Ángela; 19 de septiembre de 2011.-

Mi querida Celina:
                            Cuando recibí tu última carta, sentí que la vida me castigaba injustamente. Lloré secretamente durante varios días ese inusitado dolor que me causó tu decisión. Tuve que inventar problemas de negocios para justificar mi oscuro humor con Carmen. Le he mentido muchas veces a mi hija, un asombro emocionado por su panza creciente, secándome las lágrimas que me provocaba esa tristeza honda y furtiva que me hace pesado el paso. Ay, por cuántos días tuve ese entreverado sentimiento de rabia y frustración, mientras te cargaba con la culpa de haberme privado de un hijo, santo dios, con qué maldito derecho! Quién te creíste, dueña de qué potestad? Qué autoridad tenías para indicarme que debía entender tu decisión, "para sentir que somos dos valientes a los que el Amor ha salvado de nuevos errores"? Me habías despojado de la ilusión de tu amor, como si nada. Y casi me parecía que no iba a poder perdonarte.
                                Pero hoy, mi hija vino a visitarme con su enorme vientre y su sonrisa de siempre, para decirme que tal vez cuando cambie esta luna o si sucede una tormenta de primavera, a mi nieto se le de por llegar y que le gustaría que yo esté allí. Entonces, le miré la carita con ojos asustados y mientras la abrazaba, mientras le besaba la frente, comprendí todo de golpe.
                                Acompañé a mi hija hasta la puerta y quedé en silencio, mirando para dentro, donde tengo guardada la memoria de tus ojos, de tu boca, de tu pequeño cuerpo, mi querida, pensando en lo que habrá sido de vos en todo este tiempo, sin nuestro hijo y sin mí; sin nadie a quien contarlo, con quien compartir tu miedo, sin mi abrazo y sin mi boca besando tu frente. Qué inmensa soledad habrás sentido con mi silencio de todo este tiempo. Sin ilusiones y sin risas; con nada que alimente el amor que debió ser de los dos y se quedó contigo.
                                 Celina de mi alma, qué egoísta me siento en este momento, pero sin remedio: has hecho muy bien lo que has hecho, ya que yo no hubiera estado a tu lado (ni siquiera sé si te veré otra vez), porque mi vida está acá, donde nací e hice mi familia y mi historia. Claro que estarás siempre en mi corazón, en mi alma, en la memoria que mi cuerpo tiene del tuyo, pero ya ves, hay cosas que no se pueden cambiar.
                                  Aunque afuera es primavera y el aire parece nuevo, has visto? Vos volvés a ser aquella dulce muchacha de mis cartas y yo..., yo soy por miedo a tu olvido aquel muchachito asustado que fui en Malvinas, pero así es la vida, a veces.
                                   Celina, procura ser feliz e intenta para mí un suave olvido, guardando el recuerdo de nuestro desafortunado Amor.
                                                                     Faustino 

11 comentarios:

  1. Lo de Faustino y Celina no va a terminar. Un beso!

    ResponderEliminar
  2. No, no ... que no termine.






    Y usted ya sabe: si me necesita, silbe. Tiene mi mail y mi número. Yo la espero en la vereda.

    ResponderEliminar
  3. Nooo, esto tiene mucha vida. Rebalsa amor. ¡Seguro que sigue, claro!
    Un abrazo desde Buenos Aires

    ResponderEliminar
  4. Son terribles los laberintos del amor. Una vida, miles de posibilidades, después pensar que todo lo hecho fue un error. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Faustino y Celina juntos ya!!!

    :-)


    por favor

    ResponderEliminar
  6. Guardar el recuerdo con la tibieza de ese sol de otoño, como cuando lo recordamos, lindo. Es la mejor versión de ese amor…

    ResponderEliminar
  7. No creo que sea posible separar al amor del ser amado. Olvidar y recordar a la vez sobre el mismo hecho.

    Muy bueno.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. Amiga, llevaba ya semanas, sin tiempo para conectarme. Espero ponerme pronto al día. Como siempre, un placer haberme pasado de nuevo por tu casa.

    Saludos y un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. No, no y NO!
    Tal vez, por ese soslayo de bordes neuróticos que me dibujan y desdibujan en estas cosas del amor, de la vida, tal vez por eso aún me duele aquel primer final de Romeo y Julieta...y éste.

    Hermosamente escrito!

    Abrazo, y sabe como!

    ResponderEliminar
  10. Que los renglones y las lágrimas no cierren los caminos.

    Un abrazo

    ResponderEliminar