Se me ponen mojaditos los ojos, pero el alma... el alma se me pone en vuelo!
Como sus hijos no lo acompañaban, yo era la elegida los viernes a la tarde, para el paseo al Puerto Ruiz, ahí nomás de Gualeguay.
Pasaba por mi casa como a eso de las cinco de la tarde, en los soleados días de primavera más que nada. Cuando escuchaba la bocina de su auto, mi alegría se anticipaba a su invitación.
- Coneja..., me acompañás al puerto?- él me llamaba siempre así: "Coneja".
Cuanto llegábamos a Puerto Ruiz, junto al Río Gualeguay de mis amores, casi caía la tarde.
Y era el regreso de los pescadores.
Nos gustaba llegar con las mujeres, porque disfrutábamos con los preparativos.
Con ellas hablaba yo de cómo freir el pescado y de cómo esperar al marido que salía con su canoíta al amanecer, tal como esperaban los hijos y la muerte: con esa indefinible sonrisa espantamiedos.
Con paciencia de viejas y alegría de niñas, bromeando con esa risa clara de la gente humilde, siempre oliendo a jabón blanco y a humo de brasero, las mujeres de los pescadores encendían fueguitos sobre los que instalaban las ollitas de hierro para que estuvieran listas cuando llegara el pescado. Con periódicos viejos inventaban un mantel donde ponían pan casero, vasitos de vidrio baratos y servilletas de papel.
(Qué suerte que mi corazón ha guardado sin brumas esa ceremonia!)
Ahora reconozco aquel sentimiento de aventura que me provocaba ver llegar a los pescadores.
Saludaban a sus mujeres con un murmullo, mientras recibían el mate como un abrazo; y a los demás con distintos comentarios, según quién.
-Cómo le va, "dotor"?
-Ah, don! ahi le traigo nos bagrecitos de rechupete para su chupín!
-Vieja, vayan friendo el surubí para el Gerente y la gurisa.
El gerente y la gurisa éramos nosotros. Y el que daba la orden era casi siempre el pescador má viejo, con su rostro arrugadito, curtido por el sol, tan amigable.
Entonces,celebrábamos mi tío Raúl y yo ese magnífico ritual: saborear el pescado en postas pequeñas, bien doradas, suaves en la memoria de mi paladar, sostenidas en papel ordinario y ese vaso de vino patero y tinto refrescado en el agua del río, que me hacía sentir transgresora y adulta.
Comíamos recostados en su auto, apenas con algún comentario sobre la delicia del menú, el brillo que el sol se olvidaba en las onditas del agua, el martinpescador que rasgaba ese brillo para robar la plata de una pescadilla, un piropo para la crocantez del pan que era un deleite. Nos quedábamos ahí, gozando del vino áspero. Del paisaje colorido de los pescadores con sus familias y la carcajada cascabelera de la gurisada jugando entre las canoas.
Cuando el sol ya se iba y la bruma del anochecer silenciaba las voces y las risas, mi Tío compraba algunos pescados que ya habían alistado las rápidas manos de las doñas y nos volvíamos.
-Estuvo bueno el paseo, eh, Coneja?
-Precioso, Tío. Gracias!
-Riquísimo pescado...
-Riquísimo!
-Un poco áspero el vino...
-Sí, un poco.
-Y grasientos los vasos!- remataba mi Tío con su risa ancha bajo su gran bigote.
Y yo le acompañaba la risa, mientras apoyaba la cara en la palma de mi mano y miraba las estrellas apareciendo, adormilada de felicidad.
mas miradas hacia atras en la casa de Pepe
a pedido del amable público:
Gualeguay: lugar donde nací, en la Provincia de Entre Rios, Argentina.
mate: infusión de yerba mate que se "toma" con bombilla de metal, en una especie de calabaza o en diferentes recipientes con el tamaño de una taza de té, más o menos. Un vaso de vidrio grueso que soporte bien el calor tambien sirve. Y el mate, como acompaña soledades, amores, amigos y hambre, siempre es un abrazo.
de rechupete: sabroso, muy rico!para chuparse los dedos, vean.
chupín: un estofado de pescado..., de rechupete!
gurisa: dulce forma de llamar a los niños en mi provincia y en otras.
gurisada: grupo de niños.
vino patero y tinto: vino que se elabora pisando la uva en patas. de color oscuro, ya saben. es fuerte, dulzón y áspero. hace bailar el alma!
bueno, ahora es como si hubiera entrado dos veces.
estas expresiones me han puesto el alma en retrospectiva y suspirante.
mas miradas hacia atras en la casa de Pepe
a pedido del amable público:
Gualeguay: lugar donde nací, en la Provincia de Entre Rios, Argentina.
mate: infusión de yerba mate que se "toma" con bombilla de metal, en una especie de calabaza o en diferentes recipientes con el tamaño de una taza de té, más o menos. Un vaso de vidrio grueso que soporte bien el calor tambien sirve. Y el mate, como acompaña soledades, amores, amigos y hambre, siempre es un abrazo.
de rechupete: sabroso, muy rico!para chuparse los dedos, vean.
chupín: un estofado de pescado..., de rechupete!
gurisa: dulce forma de llamar a los niños en mi provincia y en otras.
gurisada: grupo de niños.
vino patero y tinto: vino que se elabora pisando la uva en patas. de color oscuro, ya saben. es fuerte, dulzón y áspero. hace bailar el alma!
bueno, ahora es como si hubiera entrado dos veces.
estas expresiones me han puesto el alma en retrospectiva y suspirante.
no pude evitar mostrarles el lugar donde esperábamos a los pescadores mi Tío Raúl y yo.
ResponderEliminarlos abrazo agradecida por todas sus visitas y comentarios.
¡qué belleza, mujer!...me has hecho saltar las lágrimas!...¡qué afortunada es una por tener guardados recuerdos tan entrañables como este!
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por compartirlo!
Es un relato muy emotivo. Se sumerge en el devenir de la vida, en la ternura. Su aroma es el de esa cotidianidad que contiene y explica aquello que realmente tiene importancia en la vida.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso
Preciosos recuerdos Miralunas, de esos que dejan huella para siempre. Huella salobre, marinera, familiar, huella entrañable. Se me escapa el significado de algunas palabras pero prometo buscarlo. ¡Es tan rico el idioma que nos une!.
ResponderEliminarGracias por unirte a la propuesta de esta semana.
Un abrazo.
Emotivos recuerdos en un relato comovedor y lleno de expresiones que por desconocidas por aquí por estas tierras, al menos para mí, generan una cálida sonoridad y que le dan un plus de sencillez y autenticidad al relato.
ResponderEliminarEnhorabuena Miralunas, por este relato y por esos recuerdos tan nostálgicos.
Un abrazo
Queridos, gracias por vuestras generosas miradas!
ResponderEliminarPensé en referir términos, pero me "pasaba" del límite.
veré si puedo agregar alguito en letra mas pequeña.
los abrazo!
Entrañable relato.
ResponderEliminarSi disfruto de este relato es por que lo cuentas llevándonos al lugar, haciendo vivir las sensaciones y presentando mundos que está lejanos para nosotros.
ResponderEliminarMe ha gustado. Besos.
Hola Miralunas, me encantó tu paseo, me encantan los recuerdos, y estas tardes con sabor a mar, sin duda las recordarás siempre, me pareció sentir hasta el rico olor del pescado fresco. Me gusta mucho la palabra gurisa, me suena muy dulce, tanto, como ese rico dulce de leche de tu tierra. Un abrazo.
ResponderEliminarNo es de extrañar que eches de menos aquellos paseos tan divinos. Con solo leerlos, la envidia aparece en esta lectora :)
ResponderEliminarBss.
No sabía que usted era de la provincia más bella...y con razón el relato me empezaba a recordar a Haroldo y sus paisajes...Un abrazo...
ResponderEliminarEntrañable historia. Emotiva, Cercana, Un relato con sabor a río... y qué suerte que las explicaciones no me hagan falta, por la historia y el lugar que nos une.
ResponderEliminarSe me piantó un lagrimón y lo encontré en esos vasos grasientos después que los dejó el vino un poco áspero..
un fuerte abrazo, de aquí cerquita, desde otro río pero con la misma mirada.
Preciosos recuerdos nos dejas con tu tío, seguro que fue una época dificil de olvidar con todas aquellas mujeres preparando el guiso y el mate.
ResponderEliminarUn saludo
que hermosos momentos una gran compañía entre todos para poder disfrutar, compartir y saborear de aquel pescadito jaja... que mejor menu en una buena compañia
ResponderEliminarjajaja, qué bonito! me ha gustado mucho,por sencillo, cálido y esos términos y expresiones que no conocemos pero que a mí me encantan!
ResponderEliminarUn beso.
Qué hermoso recuerdo, es que esos momentos de complicidad y amor no se olvidan jamás. Creo que uno es como es en parte gracias a todas esas personas que nos acompañaron en tan lindas experiencias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gustó esta mirada hacia atrás, se huele, se saborea, se puede disfrutar de la vista de esa puesta de sol... Muy entrañable, Miralunas
ResponderEliminarBesos!!
Precioso recuerdos, como maravillosos días pasados al abrigo del amor calido y protector. No pueden olvidarse esos momentos mientras uno viva. Gracias por acercarnoslos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esos recuerdos de la infancia son imborrables. Por algo la senilidad deteriora la memoria de corto plazo, y agregaría que afortunadamente que es así. Tu relato de es una ternura exquisita, apropiado a la evocación de esos momentos. Si casi hemos sentido el crujir del pescado frito en nuestras bocas! Y conociendo esas delicias, no puedo menos que sentir cabalmente esos sabores, esas texturas, esa aspereza del vino de la costa, como lo llamaba Haroldo Conti. Besos.
ResponderEliminarSiempre es una dulzura leerte Miralunas -recuerda, no es la primera vez que te leo, también lo hacía siendo Lemaki :))-. Este paseo de la mano de tu tío Raúl al puerto esperando la llegada de los pescadores no necesitaba ninguna traducción, todo el vocabulario de las mujeres de los pescadores se entendía perfectamente, con el cariño y el aspecto entrañable que conservaban aguardando que los barcos se encadenaran en el muelle.
ResponderEliminarUn abrazo
Recuerdos...
ResponderEliminarMe hacen más mal que bien.
Demasiada nostalgia.
Besos.