jueves, 18 de octubre de 2012

Este jueves, LIBROS

A exactamente seis meses de cuando comenzó su última tristeza, murió el señor Harkoft con un gran sentimiento de cobardía por no resistir el doloroso influjo de la primavera.

El señor Harkoft era nuestro librero. El librero de mi pequeña ciudad, digo. No recuerdo otro. Su librería era pequeña en tamaño pero inmensurable en contenido y quedaba a cuatro cuadras de mi casa. 
Y en la libreria del señor Harkoft aprendí el tenue aroma áspero que se desprende de los libros y que se prende adentro como otra piel. Ese hombre parco, parecido al malo de los enanos de Blanca Nieves, siempre serio en esa fresca penumbra de las librerías de verdad, me trazó los primeros senderos de la lectura. 
Me los enseñó de la mejor forma, creo. Fue como si trazara caminitos en la arena y luego soplara sobre ellos. Eso me convirtió en una lectora desordenada, desprejuiciada y libre, sin otras normas que mi curiosidad y mi deseo. 
Con la imaginación abierta y el aroma de los libros, es que he llegado hasta aquí, por suerte para mi vida.
Con el señor Harkoft trabajaba la señorita Elisa. Ella era una mujer pequeña y un poco regordeta, de piel luminosa y manos como mariposas -así de leves, me parecían-, que tenía la voz mas perfectamente musical que yo haya escuchado. Y una mirada oscura y vivaz.
La señorita Elisa tenía allí una función imprescindible: ella leía los libros de poesía y las novelas, todos. "La ficción es suya", había sido la indicación. Su trabajo era hacer una especie de resumen o un comentario, segun le pareciera, de cada libro leído, que ella escribía con delicada letra de maestra (recuerdo perfectamente sus mayúsculas que nunca pude imitar) en un papel de hilo, inolvidable en mis dedos, con un agregado especial: al pie dibujaba florcitas; una, dos, tres... cuatro! si el libro calificaba en excelente.
La señorita Elisa era como el alma, mejor como el corazón de esa librería que parecía latir entre los libros y en alguna parte del señor Harkoft, con toda seguridad.
Él contaba con ella para casi todo, sin demasiada conciencia. Distraído por su propia intelectualidad y por la confianza que le inspiraba ella sin pensar porqué, nunca, nunca sintió curiosidad por ver aquellos papeles de hilo escritos tan lindamente por la señorita Elisa, aunque todos sus clientes le hacían ponderosos comentarios sobre ellos.
Hasta que un día de otoño la señorita Elisa se durmió sin despertarse y fué cuando él tuvo esa necesidad imperiosa de besarla. Todos los que estaban allí presente, observaron azorados, atónitos, emocionados, quisquillosos o de alguna forma felices, según quien, aquel tímido aunque apasionado beso que el señor Harkoft dejó en los labios ya ausentes de la señorita Elisa.

No cerró por duelo, a ella no le hubiera gustado.
Sólo llegó, menos serio y mas triste, hasta su lugar tras el mostrador y se quedó allí un rato, nada más que para sentir su ausencia.
Después, en un impulso, buscó por buscar o porque lo había visto tantas veces en sus manos, "Los versos del Capitán" y lo abrió sin esperar nada. Lo hojeó un poco, solo por hacerlo, por memorarla, porque volviera. El señor Harkoft no sabía que sentir, ni cómo, eso era lo que le sucedía. Ah, el papel de hilo para las notas que escribia. Sonrió con cierta ironía. La hojita señalaba ese poema "...Detrás de todas me voy. Pero a ti, sin moverme, sin verte, tú distante,van mi sangre y mis besos,.." y con su delicada letra de maestra, la señorita Elisa había escrito: "Con este exquisito atorrante yo hubiera enloquecido de amor. Ay, Neruda, Neruda!" y al pie, se veían dibujadas cuatro florcitas cuyo significado no pudo entender.
Alli y entonces, el señor Harkoft sintió esa enorme y desconocida tristeza que ya no lo abandonaría y también halló una suerte de recurso para convocar la presencia de la señorita Elisa, leyendo sus comentarios.
Uno por uno fue leyendo aquellos escritos en papel de hilo descubriendo a la mujer que había tenido todo ese largo tiempo a su lado y que fue pareciéndole más sentida y mas bella, en tanto descubría su sensible inteligencia, más que en el contenido de las palabras, en el dibujo de aquellas una, dos, tres... cuatro florcitas! 


Así que cuando cualquier día se dió cuenta que su traje de lana le quedaba pesado y pudo ver que el jacarandá que con él envejecía a la puerta de su librería, estaba "impúdicamente florecido para su edad" como solía decir Elisa (y pensó sólo su nombre, como en otra intimidad) al señor Harkoft la tristeza lo envolvió en silencio, embrumándole la mirada y las manos, doliéndole de forma insoportable en aquellas florcitas al pie del papel de hilo.

Y ya no pudo resistir la primavera.


nota de autora: Tenía yo catorce años y en la librería del señor Harkoft encontré la novela "Nacha Regules" de Manuel Galvez. Le pregunté si era buen libro y me contestó: "Doloroso para su edad, pero si quiere leerlo...". Cuando llegué a casa le conté a mi madre del hallazgo y ella me dijo: "Ay, es tan doloroso para tu edad! pero si querés leerlo..." Mis catorce años no resistieron aquella terrible historia, de verdad dolorosa; pero esa coincidencia de opiniones me enseñó para siempre el valor de la libertad para elegir, que no es ni más ni menos que la libertad para vivir.
Pero el primer libro que recuerdo es "Viaje alrededor de mi infancia" de Delfina Bunge de Galvez. Aun me persigue su magia.

mas libros en casa de Rochies

27 comentarios:

  1. nobleza obliga, vuelvo a publicar este post con alguna corrección.
    pero es que siempre que pienso en libros, pienso en el señor Harkoft.

    los abrazo

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  2. Me encantó tu historia.
    Pude leerla y también verla a medida que avanzaba.

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  3. Qué maravillosa historia, poblada de tus entrañables recuerdos!...es triste descubrir que se perdió el amor que nunca se animó uno a tener, a pesar de la cercanía.

    Un abrazo.

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  4. Una historia realmente fascinante, Miralunas. Te envuelve con una halo de fantasía y realidad en partes iguales. Me ha encantado leerte.
    Un abrazo.

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  5. Que pena me ha dado.
    Me temo que estoy especialmente sensible.

    Besos.

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  6. Miralunas, tu relato es una historia de libros, pero es de dos personas inmersas en ellos, el Sr.Harkoft le falló a la vida, al amor, luego, con ese descubrimiento insoportable, ninguna primavera se soporta.
    Exquisito, perfumado, tierno, doloroso, !aplauso! Sumo besito.

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  7. Hay algo de loque dice Toro en el aire. Para mi, es octubre..

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  8. Si, recuerdo haberlo leído y me conmueve como en ese entonces.
    (A veces me ocurre con tus escritos, que no se si me lo has contado en alguna charla de mate en mano)

    :)

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  9. hola querida! pero que relato lleno de belleza y ternura. Me encantó. Para mi las librerías tb tienen cierta mística...y los libros tb, me voy relacionando con ellos cada vez con más libertad (este año por primera vez, adelanté un final porque no soportaba más el libro...eso era impensado para mí).

    beso grande

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  10. Una preciosa historia de amor la que nos has contado. Amor por los libros, pero también amor en mayúsculas entre dos personas, aunque ellas no lo supieran. La muerte y la soledad fue la que les recordó cuanto se echaban de menos.
    Tierno y maravilloso Miralunas. Es un lujo leerte.

    Un abrazo

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  11. Que linda sos Miralunas, que linda! Inevitable no caer en la emociòn, en la nostalgia de lugares y tiempos tan conocidos...y ese final, casi como la primaveras.

    Beso!!!

    Hasta el jueves

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  12. Una historia dentro la historia. Historia de libros, si, historia de una librería que te evoca preciosos recuerdos, tambien, pero sobre todo, historia de amor descubierto tarde, muy tarde, cuando ya no era posible vivir la realidad de ese amor, de ahí la infinita tristeza del amante. Todo ello contado con maestría, con una prosa cercana a la poesía, con algo mágico en su interior que mantiene la tensión de quien lo lee.
    Un abrazo.

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  13. Tu historia me recuerda una librería que había en mi ciudad, también pequeña. A ella íbamos, cuando las letras eran impresas en hojas y se olía la tinta; cuando no existía ni sombra de internet. Cuántos recuerdos. Y ya no existe, se marchó con el tiempo.

    Tu escrito es precioso y la prosa es impecable.

    Un beso

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  14. Miralunas, tu escrito fue uno de los que más me emocionó. Porque no pudo dejar de lado una historia, donde ambos personajes, el miedo a que el amor sea verdad, los libros haciendo de marco testigo y silencioso y por demás elocuente, cuando les permitieron hablar; porque ellos también, ellos también tuvieron su mensaje póstumo para Harkoft. Esos que quizás sin saberlo le fue dejando Elisa.
    Un enorme abrazo, amiga.

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  15. Conmovedora historia, mi querida Miralunas, no sé cuánto tenga de real y cuánto haya de imaginación de la autora, pero ¿qué importa?, si el resultado es un relato tan bello. Creo que desde los románticos del siglo XIX que algo no me llegaba así, te aseguro que no exagero.
    Te dejo cuatro florcitas... y un beso.
    HD

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  16. Si tu relato tuviera que valorar en un papel de hilo, en su pie aparecerían miles de florecillas.
    Has hablado de AMOR (con mayúsculas). Es una preciosidad tanto en su contenido como en su forma.
    Un beso.

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  17. YO TAMBIÉN TE DEJO CUATRO FLORCITAS, POR LA EXCELENCIA!

    Rememoras los pasajes más íntimos y tiernos entre esas dos personas, que se comunicaban, casi sin saberlo con los libros de testigos.
    Hizo falta que ella se fuera para que él notara su ausencia, para que le doliera de verdad...

    Bellísimo!

    Otro aplauso para vos, querida!
    Muxutxuak!
    ;)

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  18. Termino de leer esta magnífica historia y me encuentro llena de emoción. Es una historia de amor distinta, escondida y temerosa pero no por eso menos plena. El marco que le das la llena de un espíritu mágico entre los libros.
    Es excelente Miralunas, que más puedo decir...
    Un abrazo enorme.

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  19. Que historia tan bonita nos has dejado, ha sido placer leerla, esas cuatro florecitas, las notas de la señorita Elisa, precioso Miralunas.
    Un abrazo.

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  20. Me pareció tan hermoso el relato como un "rayo de luna llena".
    Nostalgioso, emotivo, conmovedor. Y tomo nota de la nota al pie, valga la redundancia. La libertad de elegir, es primordial y por fortuna, recibiste ese regalo, de quienes supieron quererte.

    Un fuerte abrazo.

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  21. Y yo que me alegro de su reedición, quizás de otra manera no hubiera leído esta delicia.
    Un abrazo y cuatro florcitas.

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  22. ¡Precioso relato! Van cuatro florcitas a pie de página, si no se distinguen es porque ya han llegado al corazón de la destinataria. Abrazos literarios desde un rincón en penumbra de a librería.

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  23. A esta prosa poética le pondría yo, si fuese Elisa, cinco florecillas.
    Pero no soy Elisa, no sé pintar ni escribir con hermosa letra...perfecta la descripción de los versos de Neruda. Y su profundo amor.
    De alguna forma, los dos vivieron el amor en ausencia del otro. Y ese sí que puede ser eterno.

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  24. Una historia llena de un extraño romance... Vuela por todos lados un polvillo mágico a libro y ensueño. Un saludo.

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  25. Lamento que muchas obligaciones me hayan privado de este hermoso relato. El comienzo es, a mi parecer magnífico, y su relato de una ternura y vuelo maravillosos. Esos amores silenciosos, esos que nunca llegan hasta la carne, qué experiencia. Y estoy seguro que estabas del bando de los felices por el beso en la boca de Elisa. Besos te dejo, y también mi gratitud, por tus comentarios y especialmente por esto que has compartido.

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  26. Te confieso: me ha encantado leerte. Pero antes de releer todos los comentarios, he comenzado del último al primero, he recordado -mientras leía esta hermosa y triste historia de amor y de libros- que ya lo había degustado antes. Al llegar a tu comentario se ha confirmado mi sensación. Pero, que no te quepa dudas, este cuento es precioso y sobre todo, que hay mucha o toda una historia real detrás de las emociones.

    ps: soy la antigua oliva.

    un fuerte abrazo

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  27. Muy linda historia, esa señorita Elisa, con sus comentarioa, sus florecitas dibujadas, algo decía en sus comentarios que el señor librero descifró tarde. Saludos. Puertoarial.com

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