Sandy abrió su heladera y pensó un momento. Sacó puerros, un morroncito colorado, la bolsa de acelgas freezadas, el resto de queso rallado; buscó el frasco del arroz y esos dos huevos que guardó ayer por si las moscas de hoy.
Y vaya moscas!... Se tocó un poco la cara y también sacó un poco de hielo. Mientras se apoyaba el frío en el pómulo, sintió como un montoncito de ternura apretándole la garganta y un pequeño escalofrío de miedo subiéndole por la espalda.
Se puso el mismo delantal con el que le prepara comiditas al Detective y volvió a la cocina el bar. En un periquete preparó sopa de arroz y unos pocos buñuelitos de acelga que le salieron de rechupete: el mismo menú con que su madre consolaba, a veces, el enojado cansancio de su padre. Sintió abrirse la puerta y se asomó inquieta, pero sonrió, aliviada.
-Vení, Zurdo, que te preparé algo para comer y de paso te doy las gracias.
El Zurdo la miró, intentó arreglarse el pelo y después buscó el nudo de la corbata que trató de recomponer. De pronto no supo muy bien qué hacer. Sandy se merece que él le sirva de algo, alguna vez, pensó.
La mujer le trajo la sopa humeante y un plato con buñuelitos que se veían deliciosos.
El tipo comió en silencio y Sandy se puso a arreglar cosas en la barra.
El Cronista no supo muy bien cómo llegó hasta ahí, salvo porque se sentía cansado y hambriento y él cuando anda cansado y hambriento pasa por el Bar de Sandy.
-Hoy, solo whisky- le avisó de entrada. Y luego le hizo un guiño: -Si te sentás con el Zurdo, ligás sopa y buñuelos de acelga.
Obediente, preguntó mientras se sentaba: "Alguna novedad?"
-Un par de giles que molestaron a la señora- le comunicó el Zurdo, mientras se mandaba el whisky a tragos largos. Después, hizo una mueca casi infantil encogiéndose de hombros, mientras se miraba las manos de nudillos enrojecidos: -Y yo ligué estos manjares.
El Cronista extendió su sonrisa y levantó su vaso:
-Por los puños del Zurdo y las manos de Sandy!- y se preparó a matar el hambre y el cansancio.
Sandy les tiró un beso y volaron los ángeles.
Nota: sepa quiénes son los giles en lo de Marcelo
ustedes disculpen, pero nunca paso de estos amigos!
ResponderEliminarYo me siento con el zurdo, ahora y siempre. Por los buñuelos del señor...
ResponderEliminarA veces es bueno llegar un minuto después, como en este caso. Porque uno hubiera empezado a hablar, no como el Zurdo.
ResponderEliminarGracias Miralunas!
¡Qué sopa!
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