Se mira a ese espejo por última vez.
Y por el espejo mira la mitad de la cebra realizada en tela
colgada de la pared, con la cabeza como adormecida. Porque eso sí: él siempre
fue la parte de adelante. Al principio con Antonio, después con su hijo.
Siempre mirando a Dorotea de lejos.
Dorotea querida con su vestidito rojo y sus zapatitos de charol. Y
su cabello siempre negro enmarcando la tristeza de sus labios color carmín.
Dorotea amada, siempre olvidada por Antonio con ojos para las
otras.
Dorotea marioneta sola, solita y sola, colgando de eternos hilos
imaginarios, como si fuera una muñeca. Como si no tuviera corazón.
Cuántas ilusiones se fueron destejiendo enamorado de Dorotea;
viéndola bailar con sus tristes contorneos de marioneta. Cuántos sueños se
esmerilaron de pueblo en pueblo, escondido en la parte de adelante de aquella
cebra que tanto divertía a todos. Suelta el humo con una sonrisa que lo
rejuvenece.
Y su memoria se vuelve humo tras el cristal de los recuerdos;
siempre ha amado un imposible. Solo ha tenido a Dorotea en sus brazos en
algunos de sus dolores en los que se dejó consolar y en alguna fiesta del
circo, payaseando con ella como otra marioneta, escuchándola reir.
Y luego cada uno a sus tristezas. El a su soledad sin amor, ella
al indiferente desamor de Antonio.
Pero ya no, reacciona mientras apaga con un pie el cigarrillo. Y
mira el cielo plagado de estrellas en la noche clara. Y vuelve a sonreir. Se ha
ido del circo el hijo de Dorotea y Antonio, así que su cebra ha quedado sin la
parte de atrás, piensa con alivio.
Y él ha convencido al nuevo patrón que ya no está para andar
trotando, que será más divertido acompañar a Dorotea como otra marioneta; y él ha dicho que sí mientras se reía a carcajadas viéndolos bailar.
Mañana mismo bailarán juntos.
Dorotea ha cambiado su vestidito rojo por otro floreado de falda
cortona y se pondrá en el pelo un gracioso moño que ha estado ensayando hasta
que ha quedado como una mariposa. Y ha decidido que su boca sea carmín y sus
zapatitos sean de charol, porque su nueva sonrisa les dará un nuevo lucimiento.
Cuando se encuentran bajo el sauce de la esquina donde se ha
instalado el circo, se miran sin pensar en aquellas quimeras desgajadas en
tristezas; no hay humo tras el cristal de sus miradas nuevas. Son dos alegres
marionetas en los hilos de ese amor felizmente posible en el alma de Simón y
tan inusitadamente nuevo en el corazón de Dorotea.
Por una vez, no me parece triste un circo.
una de tres: NEOGÉMINIS celebrando 1000 entradas!
Me lo he leído de principio a fin intentando intuir ese final que me ha sorprendido gratamente
ResponderEliminarUna historia de amor y desencuentros, viejas y nuevas quimeras bajo la carpa de un circo y sus personajes, a veces payasos, a veces marionetas y siempre, almas solitarias que guardan su tristeza para cuando están solos...precioso!Me encantó cómo enhebraste todas las frases disparadoras en un mismo texto, incluyendo hasta las cebras que daban marco a nuestra convocatoria! jajaja
ResponderEliminarun abrazo y gracias por participar!
=)
Puede ser un circo de los antes, no triste, pero con un dejo de melancolía...Un abrazo.
ResponderEliminarHistoria comenzada con nostalgia; pero que acaba con esperanza y una sonrisa que ya quisiéra otros.
ResponderEliminarUn abrazo
La mágia del circo, la vida del circo, los sueños de la parte delantera de la cebra, la marioneta que se transforma en mariposa, has creado una historia intensa,que fascina letra por letra, con el amor como hermoso colofón. Te felicito, besitos.
ResponderEliminarTodo un placer leer una bella historia, Miralunas. Y esta te deja un buenísimo sabor de boca.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tres cosas:
ResponderEliminar1- Claro que tiene razòn, una nueva sonrisa dà un nuevo lucimiento, hasta diría que más que los zapatitos y el carmìn
2-Si que son tristes los circos, tal vez por que siempre se estàn yendo.
3-Como siempre, tus relatos me conmueven.
Beso grande!
Una bonita historia de amor y desamor, triste pero esperanzada.
ResponderEliminarUn beso.
Siempre he visto el circo como exento de radiante alegría, como algo más bien triste como tu historia. Una bellísima historia de amor, de renuncia, de sueños no cumplidos, eso sí, con un final que se presiente feliz, finalmente.
ResponderEliminarUn abrazo.
y yo sola me autonominé y ubiqué en la placa de eliminación de este jueves, y aun queriendo, no pude participar. Tenía que entregar sesenta horas de observación y práctica docente, volcada al papel, y sin embargo y a pesar de ser ud hoy la primera que leo: estuve con uds pensando en ese tópico que repiqueteaba en mi cabeza. Sí sí, el suyo el quimérico. Gracias por la magia.
ResponderEliminarA mí también hoy me gustaron los circos.
Ya ya sigo para lo de Neo, a la que recordé muy especialmente en sus mil entregas.
que bello me encantan las historias de amor ...
ResponderEliminarMe ha parecido una historia con una ternura sin igual.
ResponderEliminarMe remonto a cada circo que he visitado, de carpa y arena, alegría y tristeza, el de las miradas que te acercan, donde la marioneta, el payaso o la mismisima cebra, dejan un lugarcito para el acercamiento.
No son tan triste, solo que cuando parten se llevan un poquito de la sonrisa de los ojos de quien los ha disfrutado.
:)
Tierna e intimista, con un escenario perfecto. ¿Dónde mejor que en el Circo?
ResponderEliminarLas tres propuestas confluyen sin forzar, libres, buscandose el momento tangencial.
Besos
Me encanta ese final feliz, tan tierno. Ya se merecía el pobre Simón ser feliz.
ResponderEliminarBesos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEL circo siempre me produce tristeza, desde que era pequeña no me gustaba. Sentía cierta melancolía hasta en los payasos con esas caras pintadas intentndo subirse a diminutas sillas con sus zapatones y esa flor que echaba agua cuando te acercabas...
ResponderEliminarTu relato excelente. Besos
El mundo del circo, y el amor, buena mezcla de temas. La tristeza y la alegría. Un beso.
ResponderEliminarEs cierto que los circos en el fondo encierran ciertas tristezas, pero en este relato el circo tiene ternura, amor y un final hermoso que me dibujó una sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un comienzo triste, pero un final feliz, eso gusta. La tres propuestas en un mismo texto, buena combinación.
ResponderEliminarUn beso.
Es cierto, esta vez el circo promete ilusión y felicidad y no a costa de ningún payaso. Lo has logrado, engarzando las palabras, cebra incluída.
ResponderEliminarMuy logrado, nos vamos más que felices!!!
besos
la extraño! proa pronto.
ResponderEliminarUna historia de amor. Y que encima acaba bién: Una gozada leerte, amiga.
ResponderEliminarMuy buen relato, y como dice mi amiga Casss, no quedamos tan felices y contentos.
Muchos abrazos
Creia que habia comentado. Una interesante historia. Extravagante, atipica pero feliz. El personaje salio de su rol de amigo, para tener la oportunidad de conquistarla.
ResponderEliminarLo de las marionetas humanas creo haberlo visto en televisión alguna remota vez.