jueves, 21 de abril de 2011

en ese bar

                                                                                    
                                                                                             a marcelo y estercita, buscadores de historias

Los feriados largos la ponen triste, porque no puede esquivar la soledad. 
Las veredas se quedan desoladas y eso no les va bien a las que trabajan en la calle. Y para más, el otoño se ha instalado ya, poniendo un vientito  así como de spleen en las esquinas.
El martes fue otra noche triste: lloró un poco mientras se preparaba arroz con leche. Le dolían los pies y tenía frío. Menos mal que existe el arroz con leche; es barato y sanador. A Mecha le curaba el alma y la piel, según le había enseñado su vieja. Se sirvió un tazón y miró televisión hasta que se quedó dormida.

La despertaron las locas de al lado, gritándose como siempre. Se había dormido sin desvestirse y estaba aterida: le vino de perillas la ducha caliente y, como aún tenía unos pesitos, decidió cambiar de paisaje y desayunar en un bar. 

En la calle la recibió un miércoles lloviznoso que le dio ganas de volver y meterse en la cama. Pero ella no se había vestido de "chica seria" con tanto cuidado para eso. Vió el 29 y le hizo señas. Venía con tres o cuatro pasajeros, así que se sentó y se dejó llevar mirando a Buenos Aires como si no lo conociera. Se bajó en la plaza; qué soledad con ese cielo gris, tan linda que le había parecido siempre.
Los bares de por ahí no se ajustaban a su bolsillo y comenzó a caminar por Anchorena hacia Corrientes. Había parado de llover y eso le permitió andar despacio, mirar hacia arriba, reconocer el barrio en los balcones, en las casas que ya no estaban, en las ausencias. Ni los viejos, ni el kiosco de don Pedro, ni la casa de pensión, ni su adolescencia. 
"No voy a llorar otra vez. Mejor entro en ese bar. Esto debe ser hambre". Sin pensar y sin mirar, se ubicó al lado de la ventana. Cuando se quitó el piloto sintió algo extraño, un silencio imprevisto. Seis o siete hombres la miraban callados, como sorprendidos. Entonces, reconoció el lugar que siempre había visto desde afuera, sin poder entrar. "A ese lugar van solo hombres, nena. Hay miles de bares en Buenos Aires!"
Bueno, allí estaba. Los miró con simpatía y sonrió apenas. Hubo movimientos de sillas y carraspeos, pero después de ese momento, un mozo tímido, viejo como el bar, hizo como que repasaba su mesa para no mirarla. 
"Buen día, señora. Qué se va a servir?" 
"Café con leche y medialunas." -y cuando el hombre se retiraba apurado, Mecha levantó un poco la voz para averiguar: "Disculpe, señor; es que entré sin fijarme. Este es el Bar Roma?"
"Si, señora".
"Ah, eso me había parecido"- y volvió a sonreir, recordando, sintiéndose una piba. Sin darse cuenta que seis o siete pares de ojos, volvían a mirarla con atónita incomodidad.

Estaba sucediendo el desayuno solitario mas acompañado de su vida, cuando se acercó un hombre alto, de anteojos, un poco encorvado, pero bastante bien vestido, pudo ver en rápida mirada, largamente experimentada en sus clientes.
-Disculpe, señora. Usted no es Mecha?
-Sí. Soy Mecha y usted quién es?- preguntó con el alma en vilo, sin poder acomodar la voz.
-Soy Juan Carlos, el hijo de la dueña de la pensión. No te acordás de mí, claro. Han pasado tantos años. Me puedo sentar?
-Juan Carlos!... Claro que me acuerdo. Eras tan alto!- y se rió como se reía antes, le pareció al hombre.- Lo raro es que vos te acuerdes de mí, que me hayas reconocido. Estoy vieja, ya.- y se acomodó los anillos, mirándose en las manos el paso del tiempo- Ya no está la pensión, tampoco. Hay un edificio de departamentos, vi.
- Ah, sí. Yo vivo ahí. Te reconocí la voz, creo. Y cuando te miré mejor, reconocí tus ojos. Y la sonrisa- agregó mirándose él también en las manos el paso del tiempo- Y qué te trajo por acá, Mecha?
-LLegué sin darme cuenta, pero seguro, seguro fue la tristeza que me gana a veces. Y un poco de soledad.

Se habían ido del bar porque no dejaban de mirarlos.
Entre arrebatos de charla plagadas de anécdotas, silencios un poco melancólicos, alternar cafés con restaurante y contarse retazos de dos vidas marcadas más con adioses que con amores, les llegó el anochecer: él la invitó a su casa y ella dijo que sí.
Cuando se desnudaron, le costó más a él, porque para ella eso transcurría así nomás y ahora se sentía con la misma loca inconciencia de una adolescente.
Hicieron el amor con la torpeza de la primera vez y la pasión que renace en esos encuentros que descubren historias inconclusas. Estuvieron brillantes y brillosos; lentos y desesperados; briosos en la mirada, acuciantes en el ombligo, calmados en la entrega; convocaron en cada gesto a la esperanza.
Entremedio, a la madrugada, Mecha preparó el mejor arroz con leche de los que tuviera memoria y mientras el brebaje sanador hervía lentamente, tomaron vino que acompañaron con un poco de queso y otro poco de pan viejo tostado por Juan Carlos, que olía a gloria.
-Dice Pettinato que el olor a tostadas es olor a que alguien te quiere- dijo Juan Carlos buscándole el fondo de los ojos.
-Dice mi amiga Gabriela que el arroz con leche es matapenas- dijo Mecha dejándolo entrar hasta el fondo de sus ojos.
Al rato, en esos intervalos para la ternura que siempre tiene el buen sexo, él le preguntó como esperando una sentencia: 
-Y si me enamoro de vos?
-Te vas a enamorar de una prostituta vieja. Pensalo mejor. Eso es lo que soy.-fue la sentencia.
-Una linda prostituta que no arregló precio conmigo.- mencionó sin alterarse- Y si el destino viene así..., ya lo pensé. Y con ese arroz con leche!
-Así de fácil se me va a ir la triste soledad?- preguntó Mecha, con ganas de llorar, pero sin miedo a llorar, esta vez.
-No. Tan fácil, no. El Bar Roma será espacio de mi exclusividad. Y tu vida también.

El amanecer anunciaba un feriado largo que no la iba a poner triste. Ni las veredas desoladas, ni el spleen de las esquinas.
En sus brazos, se durmió desnuda y sin televisión.


spleen: usado como estado de melancolía.

28 comentarios:

  1. una historia con final feliz para el conejo de la pascua.
    sé que a Gabriela no le molestará que Mecha la nombre.
    les dejo mi abrazo

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  2. siempre es tan sencillo mirar tu luna desde cualquier bar, sea el bar Roma, de uso exclusivo para hombres o desde esa habitación, en la que Mecha y Juan Carlos volvieron a encontrarse y ahora por mucho tiempo (éso quiero creer...jjaj). Me encantó, todos merecen/mos una oportunidad sean prostitutas, policías, empresarios o banqueros.

    un saludo

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  3. Excelente relato.

    Me caen bien sus protas. Se merecen un futuro feliz.

    Me apunto el consejo de Gabriela por si llegan tiempos de pena.

    ¿Existe de verdad el Roma?

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  4. Esi: gracias! lindas tus visitas. sí, casi todos nos merecemos una oportunidad de ser felices... besos

    guille: existe de verdad el bar! copie este link, que seguro va a gustarle lo que encuentre. http://marcelo-lamenoridea.blogspot.com/2011/04/cafe-bar-roma.html
    llévese un beso. me gusta que ande por acá.

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  5. guille: me quedé con la idea que tal vez pensás que está ese bar vedado a las mujeres; no, no. es que hay algunos bares porteños que son así: sólo concurridos por hombres, por pura costumbre, nomás.

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  6. Era curiosidad.
    En España en la provincia de Jaén entré con una amiga en un bar y todos los parroquianos la miraban.
    Era porque era la unica mujer en el local.
    Durante los días sucesivos nos dimos cuenta que nunca había mujeres dentro...aunque no había ninguna prohibicion.
    Evidentemente nuestra vena gamberra hizo que eligieramos ese sitio para desayunar cada dia.
    (jejeje).

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  7. Muy bueno Miralunas. Estupendamente contado. Historia hermosa. Un beso.

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  8. Un texto, como quien dice: "Para encender a Mecha"

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  9. guille: ves que nada es casual? a mí me gusta esa desobediencia, también. cuando me corra hasta España, iremos a Jaen, a ese lugar y con tu amiga, vale? (espero que esa gamberra siga siendo tu amiga, claro) je!

    dany: todo ese elogio de usté, me pone nuevas historias en los dedos! se agradece! un beso

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  10. noespe: si usté lo dice... (sonrisa y guiño!)

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  11. que linda manera de contar que tenés mujer! me encanta!

    beso

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  12. Un relato delicioso.
    Me ha gustado mucho.
    Que bueno.

    Besos.

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  13. y que agusto se quedaron...sobre todo sin televisión jejej

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  14. virginia: gracias! qué linda tu visita! porqué no puedo hacer comentarios en tu blog? un abrazo!

    chas gracia,higo de tuna! mejor en este bar que el burdel de blancanieves, tan exacto! besos

    noelito: claro que sí! por eso yo no tengo Tv.jejej

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  15. Me ha encantado este relato, está lleno de sensibilidad en todos los renglones que lo forman.
    ¡Cómo me ha rncantado! la descripción de los personajes está hecha con tanto gusto...
    Me ha sabido a poco.

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  16. Tal vez por eso en el Roma las mujeres son sorpresa. Entra una y pasa esto, no?
    El paso de los años tiene muchas cosas buenas, sin embargo nos empeñamos en resaltar los achaques. Una cosa buena es poder decir quién somos con naturalidad. De jóvenes solemos decir quienes queremos ser.
    Tal vez Estercita y yo busquemos historias. Pero vos las encontrás!
    Un beso y muchas gracias!

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  17. Me gustó mucho la estructura del relato, del principio al cambio del final, y además es optimista; eso cuenta.
    Besos mujer!

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  18. En ese bar, en esa mesilla, todo es posible, si se busca...

    Saludos y un abrazo.

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  19. Muy bueno su relato. Yo creo que el destino tiene la costumbre de regalar dos o tres jornadas de esas (esas que tuercen rumbos para bien o para mal) por cada vida. Una para aprovechar, y una o dos para desperdiciar. Me gustan los relatos que dan cuenta de una jornada aprovechada.

    Felices Pascuas.

    Un saludo.

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  20. ¿Te das cuenta? Me paso la vida entrando y saliendo de bares pueblerinos que son una copia fiel del Roma. Y nada. Nada de nada nada. Lo único que he logrado es que ya ni me miren.

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  21. Algunos sentimientos, como la tristeza o la rabia, no se desprenden al ser revelados sino que se aferran más… como esa picazón de ojos que se acrecienta mientras más rascamos. Pero, ¿dónde dice que la suma de dos soledades dolorosas no sea una noble historia de amor?

    Ternura y abnegación en este relato… adúltero, entonces, según Borges.

    Un beso grande,
    D.

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  22. tracy: pero tengo más! espera a que mis ideas se desenreden y verás. gracias por leer todos los renglones!

    cronista: por eso yo desde chiquita digo cuando me preguntan como soy: gorda! pero ahora tambien digo: quiero escribir. ya sabe que embalurdo los relojes. gracias a usté por las señales!

    efa: gracias! beso,señor!

    toño: o si se encuentra! besos.


    bigud: mire, aunque me equivoque con el después, me gustaría aprovecharme de las tres! siempre es un gusto su visita, eh?

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  23. malena: no me jorobes, Piba, que miro fijo como te miran los de la Barra! ya quisiera yo!

    daniel: a mi me gusta pensar en eso, claro. un beso para usté, arty querido.

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  24. Hermoso cuento.. me atrapó de principio a fin...

    ¿Así tan fácil se va la soledad? Qué bueno... ya llevo unas 14 mudanzas... empezaré visitar viejos barrios y ciudades... quien dice...

    Un gusto de haber pasado... y encontrado muchos amigos aquí... me quedo sin lugar a dudas.

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  25. Aquí hay ternura y hay lirismo. Hay hermosa literatura y vida. Conmueve y engancha. Traza un recorrido geográfico y urbano para conectar con la esperanza. Y no tengo que tomar el avión para volver.

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  26. Camino por tus renglones
    sabiendo a ciencia cierta
    que cada ventana cerrada
    seguro dejará, pasar el sol.


    Hermoso relato!

    :)

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  27. lola: ay, compañera, si te contara! gracias por venir y quedarte. ya iré yo a quedarme, también. un abrazo!

    miguel: como decimos acá: caete por acá cuantas veces quieras. un feliz honor. beso

    gabino querido: es que mis ventanas están llenas de hendijas. y mi alma también. abrazo!

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  28. Querida amiga, como GABRIELA, estoy más que orgullosa de formar parte de este relato.
    He tenido el orgullo de estar sentada escuchándolo en tu voz, de llorar a tu lado y de ser feliz por tremenda noche entre amigos.
    Quien no diría que lo de esta noche fué una estupenda escena de una película, de esas que no se olvidan desde las sensaciones.
    Los abrazo a ambos.

    PD: Sin duda le debo un arroz con leche. Lo promete esta nueva "loca"

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