viernes, 6 de enero de 2012

cuentito para mí


Por suerte, se despertó con el olor de los jazmines y el barullo de los gorriones, porque le dolía la espalda y no había dormido bien. 
Se estiró como pudo y le crujieron algunos huesos: estaba triste. Hacía unos días que andaba así.
Antonia le decía que no le gustaba verla de ese modo: sin maquillaje y con el pelo sin pintar; pero la tristeza es pegajosa y no te deja hacer nada. Y eso que en el Hogar, todos la querían y a cada rato le decían que extrañaban su risa. 
"Si no fuera por la risa..." y se acordó de lo que se acordaba siempre: esas noches de frío en la esquina.
Se sentó pensativa y lenta en el borde de la cama y a tientas, con los pies, buscó sus chinelas. 
Entonces, sus pies tocaron eso. Despacito, se asomó desde su propio regazo y vió el ramo de jazmines y esa bolsita dorada. Se agachó con cuidado a tomar los regalos. 
"Los reyes!... anoche pasaron los reyes!", y su memoria buscó alguna felicidad, como esa que ahora la hacía temblar, en toda su vida, y no la encontró.
Olió con fruición las florecitas blancas y con manos torpes abrió la pequeña bolsa para regalos. Adentro había un frasquito de perfume y dos pañuelitos de mano con delicadísimo estampado. Todo lo que ella deseaba.
Lloró un largo rato con sollozos de niña, de adolescente, de mujer. Con resfriados sollozos de vieja.
Y solo entonces, vió la tarjeta. "Con todo mi amor. El Rey Mago que mas te quiere."

-Antonia! Vení, Antonia, por favor!
La cuidadora ingresó apurada y sorprendida, como si no hubiera estado cuidando a Marilyn detras de la puerta.(En el Hogar todos la llamaban Marilyn, como a ella le gustaba). 
El resto de la mañana fue un revuelo de exigencias: que la tintura color miel claro, que el esmalte rojo, que el rimmel negro, que el vestido de seda. Un enredo de risas y comentarios sobre quién sería aquel Rey Mago.
Y, entremedio, el abrazo apretado que recibió Antonia. -Este es el día de reyes mas feliz de mi vida, nena!
Una carcajada como de campanas emocionó a Alfonso, el joven jardinero, que regaba los jazmines cerquita de su ventana, solo por saber si Marilyn volvía a reirse.

Ajajá!- Había acertado con sus regalos. Con su mamá hubiera hecho lo mismo, se dijo.
El sol transformó el agua en millones de estrellitas a las diez de la mañana.

10 comentarios:

  1. disculpas, mis queridos.
    mi corazón se ha despertado un pelín melancólico esta mañana. asi que me he regalado la risa de marilyn.y su ilusión.
    los estoy abrazando.

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  2. ahhhhh no me podés hacer llorae en el trabajo a las 9 de la mañana!!!
    Precioso, PRECIOSO!

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  3. que lindo escribís, que dulce. Me hiciste llorar a mi también. Me la imagino a marilyn triste y dejándose morir como muchos viejitos, pero q con apenas una demostración de amor, en donde ella siente que no la olvidaron, repunta y vuelve a creer en la vida y se rie como todos los chiquitos inocentes que corren en la plaza.

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  4. qué belleza!!! me siento un poco como antonia y mis reyes magos fueron mis amigas hoy, 3 de ellas me sorprendieron gratamente!

    divino el relato.
    besos

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  5. da gusto ver q los sueños se hacen realidad

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  6. Qué delicadeza, todas las estrellas...

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  7. Son regalos para el alma. Claro, que a veces hay que buscarlos porque no se ven.

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  8. Precioso el texto que nos has dejado. Como siempre un placer pasarme por tu casa.

    Saludos y buen fin de semana.

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  9. Qué ternura de cuentito, Miralunas!
    Llegas a los corazones, sabes?
    Tú, como Alfonso, sabes regar estos jazmines que son tus palabras, para que todos, como Marilyn, podamos volver a sonreír!

    Un besote enorme, amiga!
    Y gracias por los regalos!
    ;)

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