martes, 30 de octubre de 2012

chau, Cata!



Cuando mi amiga Sylvia me la regaló a Catalina para que le hiciera compañía a Sophia, su hermana mayor, yo transitaba el principio de una enfermedad que me tuvo casi postrada una cantidad de tiempo siempre inmensurable para mi alma. 
Era la mas chiquita de la camada y nada de "peluda, suave; tan blanda por fuera, que se diría toda de algodón, que no lleva huesos" como decía el poeta de su Platero. Ella era orejuda, tan flaca que el sol le transparentaba el esqueleto. Pero tenía un maravilloso par de ojos color cielo y un obstinado carácter gatuno: miraba con intensidad y nos amaba con independencia, silenciosa y tranquila.
Con el tiempo se transformó en una bellísima gata siamesa tabby. A diferencia de Sophia, nunca venía a mi regazo, pero siempre nos mirábamos con secreta complicidad.
Se enfermó de pronto, sin esperanzas. Y en eso también fue obstinada e independiente, pero se dejaba mimar  como si supiera. Llevábamos doce años de andar juntas por la vida, por las mudanzas, por los amores, por los adioses.
Ayer, yo decidí dejarla ir, porque su mirada celeste se había vuelto lejana, antes que mi corazón se acostumbrara a su ausencia.
Un lunes de espantosa lluvia en Buenos Aires, horriblemente triste.
Antes de dormirse, Catalina me miró como nos mirábamos, nos dimos las gracias en silencio y se fué, camino de la lluvia.

imagen tomada de internet

4 comentarios:


  1. esto es casi un epitafio.
    Disculpe que utilice vocabulario "teórico literario". Pero qué tributo le has hecho, mi amiga...
    Yo también soy Sylvia con y griega.
    Dele que no pase mucho tiempo más :)
    Amé que uses "los adioses".

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  2. Ud. hace la gloria de las alegrías...pues también de los dolores.

    Me voy emocionada, con las mismas lágrimas de lluvia que la vieron partir.

    Va mi abrazo.

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  3. Tiernísimo este homenaje a la Cata!
    Se pone una con el corazón encogidíto, y le dan ganas de maullarle a la pobre minina.
    Allá estará, tranquila, en el cielo de los gatos, que yo sé que hay uno, y conozco a más de un felino que lo puebla...

    Besos, querida amiga!
    ;)

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