viernes, 18 de enero de 2013

Relato juevero: El árbol del ahorcado


Este jueves amaneció con una lluvia arrasadora en Cap Haitien y una imagen que humedeció de miedo la espalda del hombre que recorría el sendero vecino al árbol.
De una de las ramas del flamboyán florecido como una llama, colgaba el cuerpo inerte de una mujer ahorcada. Joven y bella, su rostro permanecía inmutable al ahorcamiento.
Reaccionando de la fascinación que aquella escena le provocaba, el hombre comenzó a correr gritando desesperado pidiendo ayuda, resbalando y cayendo en el barro del camino.
Regresó, en compañía de otros dos hombres y con cuidado  descendieron el cuerpo y lo rescotaron en el tronco del árbol. Ya no llovía.
Entonces, ante el aterrorizado estupor de sus testigos, la mujer abrió lentamente sus ojos y, mirándolos como de siempre, habló asi:
   -Mi nombre es Inés, he vivido un milagro de amor y ya no puedo morirme sin que alguien rompa este embrujo que ha superado la intención del hombre que me amó hasta su muerte, viviendo de la energía que me iba quitando cada día que sufría. El mismo que esa noche me rescató de la podredumbre de la muerte y me hizo el amor como nadie, nunca. Ay, transformó mi carne abierta de gusanos y ese esqueleto consumido, en sostén de esta piel de seda y de esta belleza en la que nadie me reconoce, porque la luminosa tristeza de mi mirada espanta la mirada de los otros. Me rescató de los olores impregnantes, perfumando con su sexo mis adentros y mi sangre, con este perfume que inquieta y aleja a la gente de mí.  Debió ser una venganza, porque también se fue sin mirarme, dejándome sola con la pasión recién descubierta, en el aprendizaje de sus besos. Y cuando lo seguí, sonámbula y desnuda, ví como se ahorcaba  en ese arból cercano al cementerio. Pero ya no pude morirme.
Dos de los hombres se habían puesto en cuclillas para escuchar el relato en esa voz musical que los hipnotizaba. Benigno, en cambio, un poco más lejos, afilaba con delicado detalle el extremo de un palo, con gesto inexcrutable.
    -Pobre Raul querido que nunca me hizo así el amor; pobre su hermano que me amó hasta la muerte sin poder aceptar este milagro, sin siquiera verlo; y pobre de mí que vivo esta insoportable soledad, deambulando sin sensaciones, aunque el amor me haya devuelto los latidos de la sangre y el peso del alma!
Entonces, ella hizo un sollozo parecido a un alarido y comenzo a llorar a borbotones. Los tres hombres vieron como los ojos de Inés fueron poniéndose blancos y sus labios agrietándose hasta sangrar. Fue cuando Benigno acercando su alto cuerpo moreno, clavó con decisión la punta del enorme palo entre los pechos turgentes de Inés.
La bella mujer recuperó por un instante su viva mirada y pudo ver los antiguos ojos negros de Benigno despidiéndola.
Una grácil silueta sutil como un suspiro se desprendió de ese cuerpo de mujer, desdibujándose entre las ramas del rojo flamboyán. Los hombres suspiraron aliviados.
A lo lejos se escuchó por un momento cloquear a un tocororo.

nota de la autora: esta hisoria tiene otro ahorcado
 
Image
 ellos solo quieren ser escuchados
 
 
árboles y ahorcados en casa de Luis 
 

16 comentarios:

  1. que alivio sentí al final, cuando la soga aflojo...

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  2. Me gustó el desenlace que le diste al relato.

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  3. Una historia terrorífica que cerró perfectamente con ese final que significó el alivio del personaje central. Hay castigos mucho peores que la muerte.
    Un abrazo!

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  4. Tal vez no haya entendido la lógica de este relato. Pero no creo que sea la historia de una liberación. Lo que Ines llama maldición, es algo benefico, sobrehumanamente benefico devolver la vida y la belleza a una mujer. Su sufrimiento no es una maldición, es el precio de sentir emociones como el amor. Un precio que muchos pagan con ganas y otros menos afortunados, desean pagar.
    El tal Benigno no es un liberador, sino alguien insensible a la belleza y a la voz musical de la mujer. Que la mató por crueldad. Seguramente quien quiso rescatarla fue otro.

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  5. aún resuenan los estertores del colgajo

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  6. Esa rama entre sus pechos la volvió a la vida.

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  7. Pobre Inés! por fin pudo descansar!
    Vaya susto encontrarse chicas así colgadas de los árboles :)
    Muchos besos!!

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  8. Más que la historia, que también, lo que me ha gustado es la forma de narrarla, la forma en que Inés se describe. Es una maldición estar viva pero no sentir.
    Bello flamboyán.

    Un beso.

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  9. Un relato que no se puede parar de leer hasta el final, cada línea se va poniendo más interesante y atrapante.
    Muy buena la manera de contarlo y los detalles que das.
    Un beso.

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  10. Me gustó mucho el ritmo que le has dado, el como describes a Ines, haces que nos situemos en la escena y escuchemos su relato. El final muy bien resuelto. Felicitaciones.
    Un abrazo.

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  11. No todos podemos escribir tan bien como has hecho. Un relato sin desperdicios!!!
    un fuerte abrazo, amiga

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  12. Era Raúl llamándola el tocororo?

    Un abrazo!

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  13. Menudo relato. Tiene muchas claves que me gustan, el escenario, el misterio, la sensualidad, el cumplimiento de un deber.
    Felicitaciones Miralunas. Y un beso.

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  14. Ufff, qué final!! Inés se ha escapado de una secuencia de la pelicula 'Juan de los muertos' me lo ha cantado el tocororo. ¿A qué sí?

    Un abrazo

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  15. Tu relato es el final del orden de los aportes para este jueves. Termino este sendero con un relato que habla de una liberación. Como que rompe la maldición. Es una bofetada al crítico que cree que en temas oscuros no hay esperanza ni finales felices o darle a las letras tanto color, fuerza y luz como para tener la habilidad de crear algo tan dulce como una historia de amor o digna despedida. Se agradece la lectura, gracias por sumarte.

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