martes, 24 de abril de 2012

Buenos Aires, 14 de abril de 2012

Ay, Karina! Como verás, he leído tu carta sin que pueda apartar mi pensamiento de ella desde ese momento. En principio, porque creí que esa historia estaba cerrada y, luego,porque no sé que pensar, o sentir, con tus palabras. Que me sientas tu amiga ya es curioso,pero… tu compañera de la vida? Cuál podría ser la remota razón que nos hiciera compañeras de la vida? Mi encuentro con Alejandro fue del todo fortuito y aunque alguna vez creímos que sí, siempre supe que nuestra relación no iba a ser una larga historia, por lo que separarme de él me produjo mas melancolía que dolor.
Habíamos compuesto una buena pareja de cómplices: por dos razones diferentes fuimos guardadores de tu nombre y de tu ausencia. Y en tanto, nos fue naciendo una amistad extraña que cuando hacíamos el amor se parecía bastante al amor.
Es verdad, ese hombre fue redescubriendo los juegos y la ternura, los besos porque sí, la calidez de los abrazos, la risa compartida; y caminar Buenos Aires de mi mano a cualquier hora, con cualquier rumbo. Pero entonces la nostalgia le aturdía la mirada y yo me enojaba sin poder evitar la fuerte presencia de tu ausencia. Por lo cual, nunca me permití enamorarme de él, como hay que enamorarse; como yo me enamoro: con todo y todo.
Es verdad también, que la confidencia que callábamos nos fue acercando a una intimidad sin prejuicios que se parecía a un puente que creímos indestructible, y la idea de que volvieras, la esperanza que tenía de vos, se esmerilaron por algún tiempo.
Hasta aquella noche que Alejandro no me habló para decirme hasta mañana, ni atendió mi llamado. O peor, la mañana siguiente en que me dió la noticia con la mirada mas extraña que yo haya mirado: “Vino a buscarme”. Y me abrazó con un sollozo de alivio porque el amor te había regresado y un sollozo de pena porque iba a dejarme.
Cuando él me dijo que querías conocerme yo pensé en que estaría bien que te enfrentaras con mi cuerpo robusto, mi edad, mi forma de vestirme, para que supieras con quién Alejandro había calmado los ardores de tu abandono. Pero enseguida sentí que eso no significaba nada. Alejandro se iría con vos, sin chances para mi: el destino era París. Y solo celebré no haber alimentado el amor.
Y ahora celebro que él no me haya olvidado y más aún, que vos lo sientas así.
Apenas me duelo de pensar que no le alcances, porque sé lo que has significado en su vida. Así que ni me pidas disculpas, ni me dés las gracias.
Y no. No quiero conocerte ni que me conozcas.

                                                                   Saludos

                                                                               Silvia


                                                 

22 comentarios:

  1. Bravo! Por la decisión de Silvia y por tus letras.

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    1. parece una mujer valiente esta Silvia?
      venido de usté el pirpo es un honor, Piba!

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  2. Estas revelaciones provocan temblores. Un abrazo.

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    1. y recién empiezan.
      siguele siendo dedicada esta historia, curiyú.
      abrazo.

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  3. Ahora me gustaría saber que piensa Alejandro... ya se, ya se. El no sabe de la carta. ¿No sabe?

    Abrazo.

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    1. con estas dos mujeres, Alejandro mejor que pensar, debe sentir, seguramente. aunque los hombres....

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  4. y sí, hacer el amor a veces sólo se le parece, pero es lo que hay mientras uno no busque realmente hacerlo.
    Una agridulce carta para esta tardecita de otoño.

    Beso robusto amiga.

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    1. a mi me parece ue las mujeres siempre buscamos que sea realmente amor.
      pero tal vez solo sea esta mañana de otoño.

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  5. estas cartas tuyas cada vez son más interesantes, enhorabuena. Saludos

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    1. bueno! toda esa algarabía suya es pan para mi inspiración. gracias!!

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  7. Qué buen diálogo el de estas cartas. Un lujo. Besos.

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    1. ja ja! siempre pienso que mis musas son duendes!
      gracias!

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  9. Buena respuesta.....¿para que juntarse?....las cartas alcanzan......que cada una lo elabore.
    Un beso!

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  10. Después de todo, el tipo no se murio. No la compliquen!! jaa

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  11. escuche, a esta historia pareciera que la causó ese tipo...
    y no se murió, es cierto.
    beso.

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  12. Hay historias que ya se cruzan lo suficiente como para además querer forzar los encuentros. Está muy bien abstenerse de conocer a quien nos ha tocado intuir por tanto tiempo.

    Muy bueno lo suyo.

    Un saludo.

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