La conocí mirándola bailar un rock.
Al menos, ese es el primer recuerdo que tengo de ella.
Era joven, linda, seductora, divertida. Recuerdo que la elegían para bailar con ella.
Y ella coqueteaba con una alegre inocencia que la guardaba de malos entendidos.
Nos hicimos amigas sin pensarlo.
Esas cosas de la vida cuando se empeña en que sí; de otro modo no hubiera sido: tenemos diferentes edades, diferentes elecciones, diferentes amigos.
A mi me encantaba nuestra amistad y la quería entrañablemente.
Ella es inteligente, sensible, temperamental, rebelde pero también es una soñadora de tal calibre, que siempre es grandemente vulnerable.
Nos gustaba encontrarnos en charlas de interminables confidencias y nos divertíamos muchísimo compartiendo nuestras coincidencias de locas lindas.
Un día ella se enamoró.
Se enamoró como se enamoran las mujeres como nosotras: con todo y la vida.
Solo que ese amor que debió iluminarla, la fue agrisando; le esmeriló la mirada, le adormeció la risa, le cerró las ventanas del ensueño, las puertas que dan al sol, le robó la cotidianeidad, le aspiró el alma.
No pudo darse cuenta porque sin luz, no hay espejos que te cuenten nada.
Yo misma tardé en darme cuenta y en esos grises, se fue desmayando nuestra amistad.
Como ella es inteligente y sensible y nos queríamos mucho, ese hombre no logró separarnos del todo, aunque ella estuvo enojada con mis “intromisiones” y yo enojada por el desencanto.
Solo volví a mirarla y a escucharla de a poco, cuando la vi. transformada en una mujer desangelada, llena de miedos, ajena de si misma, agobiada de inquietudes y malhumor, que daba la sensación de ser una mujer vieja y desanimada, en cuanto a andar sin alma.
Pero de pronto, ella volvió a caminar sobre las miguitas que fue dejando, sin darse cuenta, hasta encontrarse con ella: de otra forma, pero ella, dueña otra vez de si misma, ensimismada en volver a quererse. A curarse del mal de amores. Y cuidarse de otros contagios, aunque la pueda el ensueño.
La vi otra vez, con el pelo brillante, con esa mirada como extendida que tiene, se fue a vivir sola, se compro perfumes, un blog, ropa que la engalana, zapatos “de tango”, redibujó su figura, retomó el ejercicio de la risa porque sí y de la ilusión y volvió a jugar el juego de la sensualidad.
Anda linda otra vez por la vida….y se le nota!
Cuando la encuentro cada día en sus letras que se prenden en el alma “como el musguito a la piedra” me sorprendo de su fuerza y de sus lindezas.
Y vuelvo a quererla así como es: caprichosa, imperativa, ansiosa, apasionada, vulnerable, malhumorada, solitaria, rebelde, cabezadura, contestataria, peleadora, soñadora.
Amiga.
Ella, siempre ella.
No haré esto otra vez; y solo lo hago porque lo siento.
Pero esto se lo debía y este es el mejor lugar para pagarlo.
JUSTINIANO 318
Hace 15 horas
Tambien te quiero entrañablemente.
ResponderEliminarQuiero abrazarte muy fuerte.
Amiga, tu eres en mi alma.
Gracias
mentira piadosa. harías esto y mucho más. Muchas más veces de lo que crees. Tu sentimiento lo amerita. Tu dignidad lo reclama.
ResponderEliminarNo hay límites para dar,
coleccionista, serás una cuestión de luz. vuelve seguido
ResponderEliminarSabía de quién hablabas, lo sabía... es transparente, es ella misma, ya lo creo!
ResponderEliminarUn beso enorme para las dos! Para ella que la encontré hace más de un año ya y para ti, que recién te encontré, a través de su mirada...
Parece un relato de extremada sinceridad. A veces caemos en pozos tan hondos que aún dándonos una mano de auxilio decidimos dejarnos caer. ¡Qué cosas que tenemos los humanos!, ¿no?
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