Esa mañana le parecieron mas atorrantes los gorriones que otros días, provocando a las tranquilas torcazas con tanta bullanguerìa.
Septiembre había dejado atrás la lluvia y el sol le puso un silbidito tanguero mientras se cebaba un mate. Después de lo que tenía que hacer a la mañana, dormiría una siestita porque la noche iba a ser larga: le había prometido a la Zully copetín, cena y milonga. Y después telo con desayuno en ese bonito lugar de Parque Patricios como la última vez.
Buscó la latita que cuidadosamente guardaba en la heladera (a ver si los chorros lo iban a encontrar desprevenido, justo a èl), sacó el sobre, lo puso en el bolsillo interior del saco y contó unos cuantos billetes que gastaría gustoso con la Zully. Sacó lo que necesitaba y volvió a poner en la latita lo que reservó para la garufa.
Y salió del cotorro cantando bajito: ..."Y todo a media luz, crepúsculo interior. ¡Qué suave terciopelo la media luz de amor..."
El primer trámite fue rapidito, el coso tenía todo preparado. Pagó y ya.
El segundo, sin novedad en el diagnóstico: así nomás eran las cosas.
Pasó por el Bar de Sandy y se engolosinó con un guisito de lentejas y un vinito. Tras cartón, flan mixto. Todo de rechupete.
Se despidió de Sandy: "Me voy de viaje, princesa!" Sandy estuvo curiosa: "Ah!... Itinerario secreto mientras duren las chirolas!" "Te voy a extrañar, Gringo" El sonrió con toda su cara: "Con eso alcanza y sobra, hermosa!"
Y se mandó nomas una siesta que se la pidió prestada a la muerte, tan bien la durmió.
Se vistió lento, con cuidado, con sus mejores pilchas. Se perfumó y todo.
En la esquina de lo de Zully le compró flores.
Ella estaba tan buenamoza! Ese vestido azul con florcitas, un poco antiguo, le daba un toque distinguido. Y ese brillo en la mirada la hacía más joven, parecía.
-Ay..., flores! En que andàs, Gringo? Ya somos grandes para hacer los novios.
-Es que esta noche te voy a pagar la felicidad de este tiempo, mi querida.
Y así iba siendo, pensó Zully en la milonga.
Habían comodo delicioso en ese restaurante bien de bute y luego el champán enfriándose en el balde, y ellos bailando como cuando eran jóvenes en esa milonga del Centro. (Y sin que le molestaran los tacos altos!)
A la una y media llegaron al hotel ese tan bonito de la última vez.
Y todo en taxi.
El Gringo dijo: "hoy me toca a mi". Y le sacó el vestido. Ella guardaba intactas las formas de entonces; de tantos años atrás.
Acomodaron las luces, buscaron entre risas y susurros el canal de la mùsica romántica, y entonces sí, esa fue una noche que ella no olvidaría.
Se conocían de toda la vida con el Gringo: todo su tiempo de casado con Rosita, todo su tiempo de prostituta sola. Desde que quedó viudo, se veían de tanto en tanto "para divertir un poco la vejez" como decían. Quién sabe, como cincuenta años de ser amigos..., quién sabe!
Y los ojos de Zully se cerraron de placer y su boca se abrió en suspiros, sintiéndose amada como nunca.
El Gringo puso el empeño y el deseo que le restaban, los puso con caliente esmero en el cuerpo de esa mujer, con el amor que ningún otro.
Fueron jóvenes y felices en un juego amoroso que los dejó exhaustos y los hizo dormir abrazados.
Zully fue la primera en despertarse, porque nada nunca la hizo acostumbrarse a dormir en un abrazo. Entonces, miró su rostro tranquilo y le acarició la panza como si fuera su mujer y cuando él comenzó a despertarse lo acarició un momento como si fuera su amante.
-Buenos días, querida. Y la miró como ella no sabìa que podían mirarla. Y ella lo besó como él ya no creía que podían besarlo.
Cuando bajaron del taxi frente a la casa de Zully, el viejo reloj de la Iglesia de enfrente tocaba las campanadas del mediodía. "Dios nos está mirando!" y se rieron con pudorosa ternura.
"Entrás?" "Mejor, no. Tengo cosas que hacer". Y se quedó un momento mirándola, como si la tuviera que fijar en la memoria. Despues, sacó una tarjeta del bolsillo pequeño del saco y le dijo: "Andá a esta dirección de parte mía. Te dejé un regalo".
- A mí? Un regalo? Y porqué, Gringo?
- Porque me voy de viaje y porque te quiero.- Cuando ella quiso saber, el hombre utilizó las mismas palabras que con Sandy. "Ah..., itinerario secreto mientras duren las chirolas".
Y lo mismo cuando ella dijo: "Te voy a extrañar, Gringo!"; pero distinta su respuesta con voz entrecortada: "Con eso alcanza y sobra, mi querida. No te olvides de tu regalo".
Zully no pudo con su curiosidad y fué ese mismo día a la "Escribanía Carbone Ortiz". Le dieron la noticia de la herencia cerca de las siete de la tarde.
Mas o menos a la hora que el arma humeante se resbalaba de la mano del Gringo, que alcanzó a pensar en ese oscuro instante antes de morir: "Al fin te gané, maldito càncer".
Afuera, septiembre celebraba un plácido atardecer de gorriones atorrantes y tranquilas torcazas.
milonga: baile, ir a bailar.
telo: albergue transitorio para citas de amantes.
chorros: ladrones.
garufa: farra, juerga, fiesta.
cotorro: bulìn, cuarto de pensión. aquí aludido a la casa, sin embargo.
coso: forma de referirse a alguien.
tras cartón: en seguida, de inmediato.
de rechupete: expresión para decir estuvo muy bueno, muy rico.
chirolas: dinero. monedas, en realidad.
pilchas: ropa.
bien de bute: lujoso.