Villa Angela; 22 de junio de 2011.-
Mi muy querida:
Ay, Celina, Celina! Seguramente, has pensado mil veces que soy un ingrato; que no merezco nada de vos. Y seguramente tenés razón. He dejado que el tiempo pase sin decirte que me acuerdo de vos todos los días y que más de una vez he estado por llamar a Carmen con tu nombre. Pero voy aprendiendo a vivir con ésto, mi amor: con mi mente que te piensa y con mi cuerpo que te añora, mientras la mirada de Carmen anda mirándome por detras de los ojos como buscando la causa de mis largos ratos en silencio.
Parece mentira que hayan pasado ya casi cincuenta días desde nuestro encuentro! Tengo tan fresco todo en mi memoria... Te juro que a veces tengo miedo de guardar señales de la pasión que vivimos en esos días. Ahora, serás para siempre el amor de mi vida, no importa lo que suceda en el futuro; aunque quiero que sepas que haré lo imposible por ir a Buenos Aires cada tanto, para renovar toda esa ilusión en cada encuentro. Recuperar el olor de tu piel y la tibieza de tu cuerpo, tu risa, los abrazos interminables, nuestra conversación, querida mía. Todo, todo, mi amor, Celina querida.
Sabés? El 14 de junio me llamó Pedro, mi vecino; fuimos compañeros en Malvinas y anda por ahí, como puede con su vida, pobre hombre. Tiene una esquirla en la espalda que no lo deja olvidarse y ha comenzado a fallarle un poco la cabeza. Me llama los 14 de junio aunque nos hayamos visto el día anterior y este año hizo lo mismo. Estaba un poco tomado como casi siempre y lloró al teléfono como cada año de todos los que pasaron. Maldice y llora bajito, sin que yo pueda entenderle lo que dice. Solo lo escucho y maldigo su esquirla, nuestra memoria que no se apaga, esa escondida tristeza insuperable. Y después me quedo como enojado, con esa sensación de derrota que vuelve con los recuerdos. Pero este año, no. Esta vez, mientras Pedro maldecía, yo pensaba en vos, en nuestro encuentro; en la panza de mi hija que anuncia a mi nieto y hasta en Carmen que me quiere así, sin pedirme nada.
Aunque yo pienso en vos a cada momento. No termino de agradecer ese trabajo que me hizo viajar a Buenos Aires y todo ese tramiterío que me sirvió de pretexto para dejar a Carmen. Qué maravillosa oportunidad me dieron la vida y vos, amor mío, cuando aceptaste que nos encontráramos! Y luego, esa especie de milagro que sucedió entre nosotros, te has dado cuenta? Nunca dejaré de celebrar esa forma tan natural con la que me recibiste. Esos días tan felices, viviendo la pasión que creíamos imposible. El recuerdo de tus besos, tus caricias infinitas, la seda de tu piel, nuestras miradas, me compensan de la otra memoria, la de la tristeza.
Asi que que te ruego que disculpés mi silencio, Celina de mi alma, y que pienses que ahora despues de habernos amado así, de habernos conocido tan íntimamente, será imposible para mí no amarte, aun con la distancia y las personas que habitan nuestras vidas y no pedirte que me ames como ya lo hago yo, para toda la vida.
Te beso con mi boca, mi mente y mi corazón.
Faustino