miércoles, 17 de febrero de 2010

miércoles de ceniza


Se despertó con una invisible cruz de cenizas en la frente.
Tomó el café y las tostadas de cada mañana, sin pensar en nada.
La ducha le reconfortó el cuerpo, pero no le borró la triste marca, allí, sobre el entreceño.
Se vistió sin mucho amor por ella: remera, jeans, zapatillas (bueno, "esas" zapatillas), loción fresca y el pelo como venga.
Subte y las tres cuadras hasta la oficina, cruzando Plaza Lavalle.
Puso sonrisa mecánica y saludó cinco, siete, nueve veces. A esa hora llegaban casi todos.
Ascensor adormilado, tres saludos mas y su escritorio.
Botón de PC accionado, birome y anotador activados.
Paula en funcionamiento.
Margaritas amarillas marchitándose.
Las había comprado el domingo con el alma de fiesta y las había llevado a la oficina para no olvidarse de "ese" Carnaval. Era su idea, o las flores estaban "cenicientas" también?
Se tocó la frente y allí seguía la marca invisible.
Pero entonces, esperaba que Spiderman escalara los once pisos y apareciera mágicamente en la ventana?

A las diez y cuarto llegó Ernesto. Ja! Con ese Spiderman del sábado se habá olvidado de él. De todo lo que le gustaba su andar elástico y los gestos de sus manos al hablar.
"No estuvo en el baile de disfraces. Algún plan de fin de semana, claro. Nunca le faltan planes al atorrante".
Recordó con una sonrisa que su vestido negro sin espalda y la maravillosa máscara veneciana que le había prestado su Tia Elena estaban destinados a seducirlo.
Pero luego apareció Spiderman y ...
Y ahora se sentía como el Príncipe de Cenicienta y sin saber por dónde buscar.
Aquel espléndido Hombre Araña  de gélidos ojos verdes y poquísimas palabras, la había hecho sentir la mas bella de la fiesta. "Bella, mucho mas que linda" suspiró.
Bailaron toda la noche con miradas y risas prometedoras y casi al alba ese hombre de ojos verdes y osado disfraz le dió, se dieron, uno de esos lentos besos de película, de ojos cerrados y bocas abiertas, con manos caminadoras y suspiros incontenibles.
Ella se quedó en un mareo de sensualidad que le puso las piernas de gelatina y él se fue sin dejar rastros.
"Al menos tiene el número de mi celular" había pensado en medio del ensueño que la llevó hasta su casa, el amanecer del domingo.
Pecó de exceso de esperanza, se ve. Ella que sabe, desde siempre, que la esperanza puede ser una traidora.

La sorprendió Ernesto,de pie frente a su escritorio mirándola burlón: "Otra vez soñando, princesa?"
Ella lo miró seria; "triste?", se preguntó el hombre de camisa impecable y delicioso perfume "que no es Spiderman" se encontró pensando Paula.
  -No te burles de mi, que hoy es miércoles de ceniza y ando con un humor gris.
  - Ah, mirá...! Bueno, tal vez ésto pueda cambiarte de color ese humor.
Y dejó frente a ella una cajita de color azul con un moño rojo.
La muchacha desató con apurada torpeza el lazo y cuando abrió la pequeña caja se encontró con un par de lentes de contacto de color verde.
Lo miró sin saber qué sentir y Ernesto, con el mismo gesto burlón, dijo las palabras mágicas.
  -Spiderman te saluda, preciosa.

Dibujo de Flor Márquez en flor-eme.blogspot.com


Nota de la autora: Con respetuosas disculpas a los caballeros que me endulzan el alma con sus visitas a este blog, dedico esta entrada a todas las minas que leyeron con fruición a Corín Tellado y que se regocijan con las películas de amor con final feliz. Mi corazón de grillo se ha despertado felizmente cursi esta mañana. Quedan formalmente avisados.

lunes, 15 de febrero de 2010

versátil propuesta para matar al santo


Iba a tener que reconocer que Cortazar ya no la emocionaba como antes.
Mejor, le daba oportunidad hasta mañana; los lunes son siniestros y se aprovechan de algunos intersticios.
Sumado, le maldito sanvalentín de ayer, con todos esos corazoncitos y ramitos por todos lados, "y todas esas parejas haciendo como que..., si el diario decía que en este país somos muchos mas los solos", pensó mientras se masajeó un poco la nuca.
Mierda! ya estaba el lunes en su intersticio.
"A todos se les ocurrió venir a pagar sus facturas, hoy a esta hora?", se preguntó sin sorpresa. Debió imaginarlo, es lunes 15 y los fines de semana nadie paga las cuentas.
Se ubica en la fila sin saber si seguir desinteresada con Cortazar. Se fija si la factura sigue como señalador; sigue ahí. Cuenta las personas que están antes que ella en la fila: diecisiete. Ja! el 17 es la desgracia en la quiniela. Definitivamente, el lunes ganó el intersticio.
Sonrió, conmiserada de sí misma. Miró la hora sin verla, total que no le importaba llegar tarde.
Aún con la mueca de sonrisa, sus ojos recorrieron distraídos los rostros de todas las personas. Pasó la cara que le sonreía de largo, pero el inconciente le hizo volver la mirada. Y allí estaba esa mujer mirándola, sonriente y amigable, como si la conociera. Extendió tres milímetros su sonrisa y continuó su recorrido.
"Me conocerá de algún lado? Será importante reconocerla? Tendré algo que le causa gracia? Maldito lunes y maldito sanvalentín, como si mas importante no fuera el año cuatromilnosecuánto de los chinos!"
Volvió a la mujer y contó ocho. "Incendio, el 8 es el incendio, mi número preferido. Inútil, pero preferido", pensó un poco divertida. Don Cabrera la cargaba en la oficina. "Niña, juéguele a otro que con ese teminará mas quemada de lo que anda".
- Y cómo sabe que ando quemada? Cómo es eso de quemada?- le había preguntado un día cansada de la sentencia.
- Porque se le nota en los ojos y en la boca que ya no tiene esperanza.
Viejo atorrante y metido. Nunca mas jugó a la quiniela, para que aprenda.
Linda mina, se dijo mientras pensaba cuándo empezarían a atender los cajeros.
Descubrió que la mujer se volvía para mirarla y que volvió a sonreirle. Le devolvió la sonrisa, por educación. Le gusta su mirada de buena mina, con esos ojos color miel.
"Ojos color miel?", se miró las manos y sintió un leve cosquilleo en las sienes. "Si fuera un tipo pensaría que se me nota la soledad, pero es una mina". Bueno, talvez se haya dado cuenta antes que los tipos, no? Para eso es mujer, para darse cuenta.

Epa! Comenzaron a atender y van muy rápido, qué suerte. El incendio ya está en la caja! No puede evitar una sonrisa divertida, mire que llamarla incendio. Ni siquiera es pelirroja, tiene un suave pelo entrecano. "Suave pelo?", las cosas que está pensando. Debe ser el lunes en su intersticio y su alma hambrienta de alguna mirada solo para ella.
Se sorprende con la voz a su lado: -Dale, que te espero.
- A mí? Nos conocemos? Yo no recuerdo...
- Es que se te nota el maldito sanvalentín, querida. Dale, que te espero!
Cabecea aceptando y mira hacia la fila. Ahora, el incendio es ella.
Pasa un largo momento en el que no puede pensar, ni comprobar si la mujer la espera. Juega a la quiniela mentalmente, como para distraerse. Ahora es niña...., ahora es agua...; ...ahora son los huevos! Ajá, huevos. Paga y se va.
Ella sigue ahí.
La mira interrogante e incómoda.
- Ah, es que te vi en los ojos y en la boca que ya no tenés esperanza. Y como es lunes..., viste que los lunes...?
- ... se aprovechan de los intersticios. Te mandó Don Cabrera a vos?
- Eso! Don Cabrera? No entiendo!- dice la otra con su mirada suave y su risa amigable.
- Bueno, ya no importa.
- Te invito a pegarnos un faltazo y a matar a sanvalentín en la costanera!
Ella siente que no sabe cómo, el intersticio va quedando libre de lunes y la invade un aire como de muchos 23, así que le jugará al 72 y vaya sorpresa que se llevará el viejo!
Como muchachas, otra vez, llaman a las oficinas presentando la misma dudosa excusa de los lunes. Y luego se miran, e intentan un abrazo. Se miran otra vez y otra vez.

Cuando toman el taxi, la Esperanza se sienta al lado del tachero.


Imagen: Google

Significado de números en la Quiniela: 17- desgracia; 8- incendio; 23- mariposa; 72- sorpresa.
Tachero: chofer de taxi.










sábado, 13 de febrero de 2010

solucionando problemas


Y ahí está, mirando un pedacito de cielo por la ventana de la cocina.
Tendría que hacer algo para no seguir pensando. Cocinar o algo.
Pero la tristeza no la deja arrancar. Lavó un poco de ropa y miró televisión, bajito, para no despertarlo. Pero eso nomás pudo hacer.
Y ahora solo se mira las manos un poco hinchadas y piensa en que tal vez él tenga razón y esa sensación de soledad que se le mete en el cuerpo, como la humedad en las paredes, sea un problema de ella.
“Pero mirá qué tontería”, dijo él. “Vos tenés tu vida y yo la mía. Así que eso de la soledad es un problema tuyo”.
Y ella pensó que no, que hacía rato que no. Que ella hacía tiempo que había abandonado el yo por el nosotros, como decían que hace el amor en una pareja.
Lo que pasa es que ella no anda siendo feliz, últimamente. Ni contenta anda, siquiera. Y hacía días que tenía ganas de decirle. Hace días que cuando se despierta debe buscar un poco de fuerza para parecer que está bien. Siempre lo encuentra en el amor que le tiene.
Esta mañana quiso hacer lo mismo y vaya a saber porqué,  no pudo. En el amor que le tiene solo encontró un poco de cansancio y quiso decirle.
Se ve que no eligió bien el momento.
Tal vez le dijo eso de la soledad y que ya no conversaban como antes, como se dicen las cosas que una tiene miedo de decir porque mas miedo le tiene a la respuesta.
Y ahora está ahí, mirando el pedacito de cielo que se ha puesto gris. Llora un poco con sollozos contenidos, sintiendo que “su problema” se agranda como una enorme piedra que se agrandara detrás del esternón.
Y se acuerda de otra vez que ella quiso contarle cómo se sentía.
"Mirá, la verdad no quiero que me cuentes de tus sentimientos”.
No hubiera querido acordarse, solloza en silencio, pero se acuerda. Recuerda que en ese momento se prometió no contar más sus sentimientos.
“Pedazo de tonta” se acusa. Se consuela un poco pensando que tiene que dejarse de sentirse asi, porque Valentín la quiere de veras. Solamente que es hombre.
Ella sabe que la quiere. Sobre eso no hay discusión. Solamente que ella no quiere que le alcance lo que le alcanza a sus vecinas. Lo que debe alcanzarle a las mujeres, porque así está dispuesto.
Saber que Valentín la ama debiera alcanzarle. El asunto es que no le alcanza.
Llora otro poco y en puntillas, ya sin lágrimas, va hasta el baño en busca del espejo.
Y ahí, mirándose la mirada donde casi siempre encuentra la respuesta, siente en el alma, allí mismo, mientras se mira a los ojos fijamente, el fresco e imperceptible soplo de la brisa de la vida. Y toma la decisión.
Como hizo tantas veces, inventará un mundo en el que la soledad pueda mencionarse. Y curarse suavemente.
Se lava la cara, se vuelve a peinar, va hasta su PC, la suya. Su vieja y lenta PC que es suya.
Entonces, se estira los dedos como los concertistas, se sopla las yemas como los jugadores de billar y comienza a escribir:

“Allí está ella, mirando un pedacito de cielo por la ventana de la cocina. Mira tan intensamente ese cachito de cielo, que no percibe, al principio, esa molestia en el centro de su espalda…”


foto: Michal Bednarek


martes, 9 de febrero de 2010

tu abrazo













necesito
tu abrazo, siempre.

cuando la calle me ahoga
con su mal aliento
sus manos sudorosas
sus miradas perdidas.

cuando la oficina
me hiere con rutinas
con sucios besamanos
que insisto en rechazar

necesito
tu abrazo, urgente.

cuando la soledad me ataca
sin aviso, silenciosa
por pura costumbre
de andar con mi sombra
a duras penas

cuando toda la realidad
son dedos que me desgajan
que me apagan los ojos
que me cierran el alma
que me asfixian

necesito
tu abrazo, de respiro

cuando me ves lejana
y me sientes ajena
porque la risa se me pierde
en las entrañas retorcidas
por el miedo de ya no poder

cuando soy yo
la invencible vencida
por grises cuestiones
con la vida que me persigue
me alcanza
y no es para abrazarme.

necesito
tu abrazo, de amor

dámelo
como sabes.

miércoles, 3 de febrero de 2010

afuera, la lluvia








afuera
la lluvia de verano
musical
fresca y esperada
sensual
perfume del aire.

las hojas del plátano
exhuberantes
inmensas
se mecen seduciendo
relámpagos.

se perciben
jazmines esparcidos
tórtolas escondidas
calles vacías.

afuera la lluvia

pero acá nosotros
inventamos
la luna
la abrazamos
la suspiramos
la sexeamos
la besamos.

nos dormimos acunados
humedos de amor.

y afuera, la lluvia.

lunes, 1 de febrero de 2010

aplausos y abrazos para él


cuéntame tú


por qué en tu aliento
siento brisa













Dibujo de Jeff Jones


Publicado por Gabiprog en su blog Reflejos y Susurros


apenas comenzado el lunes, estas letras y esta imágen me han provocado un tembloroso suspiro.
me han parecido una significación perfecta de la sensualidad.
y me las he traído, claro.

lunes, 25 de enero de 2010

Pecado


Beatriz había llegado temprano con su apuro de siempre. El lugar aun estaba en silencio, sólo con el trino breve de algun zorzal entre los árboles, y aprovechó para quedarse un momento disfrutando de la luz que entraba por los altos ventanales iluminando las minúsculas partículas de polvo, y que era la visión mas gozosa de cada día.
Un leve suspiro, y de vuelta al apuro. Del antiguo ropero sacó la pesada casulla blanca bordada en oro y la sostuvo un instante como si la abrazara; la dejó luego donde debía y fue en busca de la prenda blanca, perfecta y delicadamente planchada por Sor Cruz, una monja anciana que hacía esa tarea desde antes que ella naciera. Sus dedos recorrieron la tela delicada y las finas vainillas que reemplazaban las costuras. La apoyó cuidadosamente sobre la casulla, sin poder evitar oler el perfume del sol en sus pliegues.
Otro leve suspiro, y del pesado cajón de una especie de cómoda enteramente tallada, fue sacando en el acostumbrado orden de tantos años, la estola, el palio y el cordón dorado para la cintura, del que nunca aprendería el nombre y los dejó a un costado de las otras prendas, sobre la bella mesa lustrada. Dudó un instante al respecto de la mitra y el báculo, pero luego los acercó con una sonrisa.
Monseñor celebraba su cumpleaños y a ella le gustaría verlo con esas galas.
Con ese pensamiento dió un respingo y se pasó una mano por la frente, mientras la otra "tocaba" apenas su corazón sobresaltado. Ruborizada y con un sudor apenas notable por debajo del rebelde mechón que adornaba su frente, dió la espalda al gran crucifijo y a la suave imagen de María, casi dorada ahora por la luz del vitreaux de esa pequeña ventana de la ochava.
Cuando iba a examinar que todo estuviera bien, escuchó la voz de Monseñor.
-Buenos días, Beatriz- y sonriendo con ironía: Ya has aprontado mi traje, claro.
Se miraron con el gesto de la cotidianeidad, pero se colgaron de sus ojos con el gesto del deseo contenido.
-Feliz cumpleaños, Monseñor. Se lo ve muy bien esta mañana- rematando con una tímida sonrisa.
-Gracias, querida. Vamos a lo nuestro- dijo serio, con un casi imperceptible temblor en la voz.
Con la elegancia grácil que caracterizaba sus movimientos, vistió el alba que Beatriz le alcanzó presurosa. Luego le alcanzó el "cinturón" y el rió quedo, como siempre: "cíngulo, Beatriz, algún día aprenderás?", mientras la mujer, con una carcajadita silenciosa, alisaba un pliegue de la tela sobre el hombro, pasando suavemente su mano que recorrió lentamente el antebrazo.
Luego, fueron la estola y el palio, que le dejó a ella para que se los calzara y él pudiera rozar, como en un equívoco movimiento, los costados de su cintura.
El obispo tomó finalmente la mitra y se volvió para mirarla con una comisura levemente alzada: "Ya es la hora?"
"Faltan cinco minutos" contestó urgida y silabeante Beatriz.
El sacerdote se calzó el tocado con gesto adusto y alzó hacia ella su mano izquierda. Su bella mano izquierda adornada con el magnífico anillo pastoral.
Y Beatriz, que hasta ese momento había suspendido su pensamiento y su memoria, tomó entre sus manos la bella mano izquierda de Monseñor y comenzó a besar y luego a lamer lentamente el anillo y las junturas de sus dedos y la suave palma, mientras el hombre luego de una minúscula duda, acercó su bella mano derecha a la blusa de seda y con inevitables gemidos de gozo, inició un erótico dibujo sobre los jóvenes pechos y delineó uno despues de otro los erectos pezones, recibiendo ambos el apretado abrazo y los húmedos besos que llegaron incontenibles; insoslayables.
Y cuando se miraron, ambos tenían en la mirada tan intensa, en los labios húmedos y en la respiración sibilante, cada beso mordido como a una fruta, cada caricia como rastro de fuego en la piel, cada abrazo curador del miedo al divino castigo, cada callado alarido orgásmico que los instaló en el avieso, tortuoso y dorado mundo de los pecadores, la noche anterior.


viernes, 22 de enero de 2010

feliz cumpleaños, compañero de mi alma, querido amante




nos gusta
besarnos como náufragos
en los marcos de las puertas.
......................................
cuando la realidad
sea
un terremoto arrasador
el marco y la puerta quedarán en pie.
y entonces, nuetros besos




desde que nos encontramos
los intersticios son
el hallazgo de otra magia
el color de la aventura
la certera muerte de la rutina.

el juego del amor
perfuma las sábanas
con risas y gozos
suspiros y jazmines.

los domingos dicen
un canto a los tres mejores
pecados capitales:
lujuria pereza y gula
y la magnifica elección
de ese edénico infierno
si al infierno nos llevaran.

y cada día, daniel
ese abrazo
entero que nos damos
nuestras voces entrelazadas
como nuestras piernas
acompañarnos en el pan
y en el hambre
sostenernos el equilibrio
en las cornisas
y en el vuelo.

y quedarme a tu lado
con el alma
cuando no puedo
quedarme con el cuerpo.

y los marcos de las puertas
cobijando nuestros besos.


buena aventura
y buena vida
querido amante
compañero de mi alma.

lunes, 18 de enero de 2010

aplausos y abrazos para ella




Loca de alegrìa, traigo a este blog
la sensualidad de Cecy,
abrazándola especialmente,
por el camino andado. 






CUANDO ESCRIBO

Te pienso…

 Me siento aire que atrapa el calor.

Como remolino busco el fuego
su esplendor me hipnotiza.
Y me gusta desafiarlo.


Me siento aire en aguas mansas.

Como maremoto me agito inquieta
hasta seducirlas de tal manera
que me regalan las olas más bellas.


Me siento aire en la tierra.


Como terremoto sacudo con fuerza.
En mi propio núcleo busco
sacar desde la raíz las palabras.


Me siento aire, fuego, agua, tierra.

Y mi cielo es un destello apasionado.


Cuando escribo y te pienso...


Publicado por Cecy en su blog gotas de lluvia sobre mi piel

jueves, 7 de enero de 2010

ustedes y yo












me tentó esta magia
esta loca libertad
de andar
sin elegir dónde llegar
mirando todas las lunas
que abrazara
mi mirada
equilibrista en las cornisas
de la sensualidad.

y entonces
a mis dedos les crecieron alas
y mis ojos fueron umbrales
de infinitas puertas
mi alma
fue buscadora de alfeizares
donde anidar las palabras
que se iban de mi como pájaros.

y acá
estaban todos ustedes
soplándome
los párpados dormidos
despertando mi loca fantasía
coloreándomes los sueños.

y conmigo
el amor y la brisa de la vida!

celebro hoy
los trescientos sesenta y cinco días

aplausos y abrazos
para cada uno
de todos ustedes
compañeros de la magia

que me cuidaron las alas
y me alimentaron la alegría.




miércoles, 6 de enero de 2010

el amante de todas ellas



historia casi de ficción, personajes y nombres reales.
Virginia había andado ese día tristona y un poco desaliñada. Enfurruñada. Con la mirada huidiza y las manos débiles.
Jorge y las hijas la miraban en silencio.
Las noticias no eran buenas; dos intervenciones en un cuerpo cansado de resistir, eran muy malas noticias en realidad.
Al mediodía casi no almorzó lo que había cocinado sin ganas y, con el pretexto de no sentirse bien, se recostó un poco en una siesta de llanto silencioso y desconsolado.
Jorge, en simulacro de una serenidad que estaba lejos de sentir,fue a trabajar casi como si su mujer estuviera como siempre. Las hijas también hicieron sus cosas de siempre.
Y es que nada cambiaría la tristeza de Virginia, que había apagado el televisor y no quería escuchar la radio por miedo. Por miedo a un vacío desconocido que le provocaba náuseas.
A ratos pensaba en Olga, pobre. Qué dolor estaría sintiendo, aunque ella no sabía si era lo mismo.
Como una sonámbula llegó hasta el atardecer y como sin darse cuenta, se puso a preparar la cena.
A las ocho y media llegó Jorge. Le dio un beso como siempre y un abrazo un poco mas largo, mas apretado. Ella lo agradeció con una especie de quejido porque amaba a su marido y le hubiera gustado no sentirse así; pero no podía con su alma.
El hombre dejó las llaves en el lugar de costumbre, se quejó del calor, pero no intentó ninguna conversación. Virginia no podría sostenerla y la amaba así también, con ese extraño dolor a cuestas que la enajenaba de él.
Así que, mejor, encendió el televisor en el canal de noticias, como todos los días. Y de pronto, la pantalla se llenó con dos palabras enormes y la voz del locutor se exaltó con la primicia, sin que él atinara a bajar el volumen.
“MURIO SANDRO”
Desde la cocina llegó un sollozo parecido a la voz de un animal herido.
"No, no, no, no!!!” lloraba Virginia cuando Jorge corrió a abrazarla. Transitaba un llanto de mujer enamorada, de niña sin muñeca, de primer amor roto, de viuda solitaria.
Se agarró de su camisa como una loca, con la mirada perdida: tal vez iba despidiéndose de ese sentimiento especial que despertaba “ese” hombre en ella y del ensueño que la acompañaba desde la adolescencia.
Eso pensó Jorge: de cuánto de su alma debería despedirse Virginia desde ahora y de pronto lloró un poco él también.
Tantos años de hacer como que no le importaba, de sentirse excluído de sus sentires cuando de ese hombre se trataba. De adivinar diferentes razones para ese amor que había acompañado desde que se conocieron con Virginia. Y ahora, cómo sería ahora?
Puso la mente en blanco y se ocupó de abrazar a su mujer, que sentía ese dolor tan inmenso; ya llegaría el tiempo de hacer amigable el fantasma. Ahora era tiempo de sostener el alma de su mujer escurriéndose en ese llanto que la desvencijaba.
Cuando al rato sonó el teléfono, solo atinó a disculparse y explicar, mientras Virginia se ovillaba entre sus brazos:
- Ah, María. Murió Sandro, si. Gracias por llamar. No, María. No creo que te pueda atender. Mi pobre querida ha enviudado de su fantasía.
Y volvió a acompañarla llorando en silencio. Esta vez, por él mismo.



Nota de la Autora: SANDRO comenzó su carrera artística cuando eramos apenas adolescentes y siempre fue fiel a las mujeres de mi generación. Cantó, bailó, actuó y guiñó especialmente para nosotras. Yo no era de la corte de sus "nenas", ni siquiera me gustaba del todo, pero a la hora de los lentos... mmm! Por eso,  lo reconozco como un símbolo sensual y amoroso para todas esas minas casadas, solteras, divorciadas, viudas, abuelas y madres que lo amaron mas allá de cualquier explicaciòn. Eran sus "Nenas". Este es el llamado que no le hice a Virginia, solo porque no hubiera sabido qué decirle.





viernes, 18 de diciembre de 2009

aplausos y abrazos para él

MI CASA

Cuando tenía ocho años fui desafiado por mi maestra para describir ante mis compañeros, como era mi casa: "Bueno, para entrar en mi casa es requisito indispensable el tener alas, porque la única entrada es por el gran ventanal que da al primer piso a la calle. La salida, en cambio, es por una puerta común y corriente, pues el living es demasiado angosto y no hay lugar para tomar el envión necesario que se requiere para el más modesto de los despegues. Tenemos también una mesa mágica..."

A esa altura de mi exposición desaparecí del aula siguiendo a mi oreja izquierda que había quedado atrapada entre el índice y el pulgar de la tierna mano de la señorita Dora. "Repítaselo ahora al Padre Rector". Coloqué mis orejas a una misma altura, me alineé un poco y satisfice de inmediato el pedido. "Bueno, para entrar en mi casa es requisito indispensable el tener alas..." Tanto gustó mi sencilla descripción que tuve que repetirla frente a la psicopedagoga, a tres monjas, al jefe de la cooperadora, al consejero escolar, al cura Antonio (el mismo que me enseñara el Padre Nuestro) y hasta a un policía que por ahí pasaba. Y todos coincidieron en que debían acompañarme hasta mi casa, seguro que para conocerla, y además porque querían hablar personalmente de no se qué cosa con papá. Pero los pobres se tuvieron que conformar con dialogar a gritos desde la vereda, porque para entrar en mi casa es requisito indispensable el tener alas...y por supuesto, ninguno de ellos tenía unas.

Pablo Franko - Enero de 1985



Publicado por PABLO FRANKO
en su Blog Y lo único que tenemos es un poco de tiempo

Hace un tiempo que no pido abrazos y aplausos. Pero es que hoy he encontrado con este cuento que le llevaré a Cleo, una niña con alas. Este cuento no parece, al principio, que posea el toque de sensualidad que campea en este blog. Sin embargo, este cuento estaba acompañado de una carta de amor: su autor lo usó para seducir a su chica contándole que alguna vez tuvo alas. Y eso habla de saber volar. 
Como saben ustedes, volar es el requisito escencial de la sensualidad. 
Por eso y por su magia, abrazos y aplausos para él.




lunes, 14 de diciembre de 2009

tarea cumplida














"jazmines!”
reí sobre tu boca
mientras me abrazabas.


“pagado!”
reíste sobre mi boca
mientras te abrazaba.


y nuestro beso
apretaba un gran ramo
de pimpollos
perfumados y blancos.
intensos.


desayunamos
domingo y jazmines.
despanzurramos
la cotidianeidad con sueños
de mañana y después,
con paseíto de verano
y merienda.
con hartazgo de besos
y risas.


y en la alcoba
tu amada locura
mis locos jazmines.


imagen: jazmines en el vaso-leandro viola

viernes, 11 de diciembre de 2009

dejame decirte










bien sé, amor
(vos y yo sabemos)
que la cotidianeidad,
esa señora tranquila
de nombre complicado,
es un hada maliciosa
con vocecita de sirena
y manos como grillos
que si no te das cuenta
te encadenan a la rutina,
esa gris asesina
de las luces de la vida.

estos días
han sido de esos días
de entera cotidianeidad.
razonables y un tanto fríos,
ausentes de piernas enredadas
para conversar de la vida
 y nada de risas en el desayuno
porque asi son las cosas, a veces.
asi es como deben ser.

pero nosotros,
los que hacemos el amor
en umbrales y cornisas
con los ojos luminosos
por la brisa de la vida,
no somos de esos
razonables y un tanto fríos.

por todo ésto,
y porque hoy es viernes,
matemos esta noche
al hada maliciosa otra vez.
prometo hacerte el amor
como a los dos nos gusta
y abusar de mis locuras.

(págamelo con jazmines)

miércoles, 2 de diciembre de 2009

cumpleaños




ella sale del cuarto, ingresa
a una víspera de música incesante
y todo lo que yo no soy la acompaña.
Joaquín O. Giannuzzi


mi hija,
la de la mirada extensa
de la espalda alerta
y brazos abiertos de abrazos

esa pequeña mujer
de alma despierta y tibia
que escucha con todo el cuerpo
y se ríe como los pájaros

esa cecilia
que abre siempre puertas
que nunca cierra
y mejora mis andares

esa “morena y clara”
que defiende sus sueños
que opina tan claro
ama y besa con ensueño

se va yendo hacia su vida
con tal sigilo y desvelo
tan suavemente
que la voy mirando
irse guardando apenas

la memoria de su frente
ensedándome los dedos.
y todo lo que yo soy
y lo que no soy la acompaña.

viernes, 27 de noviembre de 2009

ilusión




estábamos ahi
como nos gusta estar
y, susurrando, me dijiste:
las yemas de tus dedos
me llovinan la piel...
y es tan fresco!

entonces
yo sentí
que nuestro amor
no se morirá
antes que nosotros.




lunes, 16 de noviembre de 2009


como a la lluvia
la tierra agotada y sola

como el viejo libro
un dedo que marque sus letras

como al blando pan
la boca blanda de los viejos

como el beso furtivo
a los labios del amante

como la canela
al arroz con leche de la abuela

como el tobogán
a la risa de esa niña

como al bello pecado
la bella copa de champaña

como la soledad
a la carta que la despida

asi necesito
el apretado calor de tu abrazo.

tráemelo.

jueves, 12 de noviembre de 2009

ya no

Iba con cara de pájaro herido, de niño solo, de guerras no queridas.
A esa hora el subte está casi vacío, y él iba distraído con su adentro, asi que podía yo mirarlo sin que me viera. Tenía unas bellas manos de dedos larcos y uñas cortas y prolijas. No llevaba anillo.
Seguramente, él tambien iba camino a su casa. Era la hora del regreso de los mas tardíos.
Me llamó la atención un papel amarillo con el que jugaba distraidamente, haciéndolo girar lentamente entre sus dedos.
De pronto volvió a leer lo que en el papel estaba escrito, hizo una mueca de dolor, miró un poco hacia arriba sin ver nada y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sin embargo, no era un hombre triste; era un hombre herido. Sorprendido por un dolor que le encorvaba la espalda y le marcaba un gesto de casi crueldad en la mirada.
Sin cambiar el gesto, ni secar las lágrimas, se paró de golpe y se bajó apurado, como dándose cuenta que esa era su estación.
Y el papel cayó cerca de mis pies lentamente, colmando mi curiosidad.
Lo alcé apurada por leer.
Con presurosa y firme letra de mujer, (respetando la métrica, qué curioso), alli estaba escrito:
Ya no soy más que yo para siempre y tú
ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro,
no sabré dónde vives, con quién,
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.
............................................ Paula
Me dió un escalofrío pequeño en las muñecas y en esa línea angosta que cierra el esternón. El nombre de Paula se leía tembloroso, desprolijo. Me despertaron los versos -a cuya autora tengo entre mis predilectas- la certera tristeza que despiertan los adioses asi, como ese, que parecía definitivo.
Me imaginé ese dolor enojado que sentimos a veces las mujeres; percibí a Paula escribiendo esos versos en el último gesto teatral que necesitamos para bajar el telón.
Habrá sido entre los dos ese silencio espeso y huidizo de miradas, cuanto las palabras ya no valen ni para decir adiós?
Subí las escaleras del subte pesadamente y, ensimismada, caminé con sed hasta mi casa, ahogada de esa angustia ajena unida a la membranza de alguna angustia mía.

Porque estos días él anda en un viaje que nunca acaba, aunque dure dos semanas, me recibió la casa sin abrazos. Suspiré hondamente, lei de nuevo los versos de Idea Vilariño y con sumo cuidado pegué el papel amarillo en la puerta de la heladera, junto a las notas que me ayudan a ver obligatoriamente las cosas que no debo olvidar.

domingo, 8 de noviembre de 2009

piernas


Le había gustado aquella invitación.
Había sido del todo diferente a ir de copas o a bailar.
Escuchar música en un Club de Jazz, un lugar de reunión privado.
Era aquel un espacio muy acogedor, techos bajos, clima intimista. Un poco masculino pero bello. Rojos en las telas; seda en los cortinados y pana en los tapizados. Muebles de madera oscura, luces doradas y blanquecinas, tintineantes.
Tenía aquel ambiente claroscuros que le prestaron a aquella música un marco especial, como especial había sido el artista.
Se sonrió para sí misma. Sí que era del todo diferente esta noche.
Porque al concierto del Club de Jazz, le había seguido el convite para unas copas en este lugar tan ajeno y como fuera de las reglas.
Miró alrededor y la asaltó una sensación extraña; todo era nuevo para ella.
Su amiga la había dejado sola con su copa de vino y ella comenzaba a sentirse un poco inquieta, cuando vió que con un grupo de amigos, había llegado el artista.

Lo habían invitado a brindar por su concierto. Eso estaba bien, se sintió relajado y contento.
Tomó su copa, dedicó algunos comentarios y se alejó un poco del grupo.
Aquello le había parecido fascinante apenas entró. Y quería recorrerlo despacio.
-Ahora sí que vamos a un lugar muy privado y muy ilegal- le había anunciado su anfitrión. Y no había exagerado.
Era el segundo piso de uno de esos edificios de departamentos antiguos y señoriales, por lo que era insospechable la existencia de este espacio alumbrado con luces bajísimas y velas; adornado con muchos espejos, maderas labradas, muebles de estilo.
Bebió un poco de cava y pensó en filibusteros y mercancías. Ciertamente, se dijo con una mueca de sonrisa, había allí un aroma a clandestinidad, como a perdición, que le encantaba.
En su recorrida vio que aquel piso tenia unos cuantos cuartos, como recovecos de neblinosa privacidad, con el reflejo de la velas multiplicado en los espejos, lo que ponía un curioso resplandor en las miradas.
Había mucha gente que se movía despaciosa y susurrante, eso también le gustó. Ese pesado ambiente de complicidad.

Volvió al espacio mas amplio, donde estaba la barra y, cuando se dirigía a buscar otra copa, la vio.
Estaba a un lado, sola, sentada en unos de esos bancos de madera tallada un poco largos.
Más que ella, le llamaron la atención sus piernas. Las tenía apoyada una sobre otra en forma muy sinuosa y su pollera negra de una tela que caía suavemente, como un cortinado refinado (pensó en eso, exactamente) era un marco espléndido.
Eran unas bellas piernas redondeadas de piel muy blanca que parecían resplandecer sobre la opacidad de la luz.
Se acercó a ella atraído por el tono nacarado de su piel que hacía tan notorio el recorte de sus piernas. Cuando se cruzaron sus miradas, una imperceptible señal de sus ojos, despertó en ella la complicidad de una sonrisa y le hizo lugar a su lado.
Mientras él sentía a su costado la firme tibieza de su pierna, ella le pestañeó el suave comentario: “Vaya qué honor! Nada menos que el artista argentino!”
Adrián sintió una amigable excitación ante aquella bienvenida. “Has estado ahí…, y
te ha gustado?” “Muchísimo!... diferente y especial, como el artista.” Lo dijo con naturalidad, así como aceptó que él tocara un poco sus piernas, haciendo lugar para que pasara el mesero Había mucha gente y poco espacio, por suerte para él.

Iban a iniciar alguna charla, cuando vino la muchacha que tomaba fotografías a mostrarle algunas tomas y escuchar su opinión, pues allí harían con él una sesión de fotos para la prensa. Traía una cámara no convencional, profesional, enorme, y la pantalla los iluminaba con tonos anaranjados y rojizos, que le sumaba encanto a esa española que marcaba las palabras con un acento muy pronunciado que le acariciaba el nacimiento de la barba. Conversaron entonces, un poco de fotografía y luego de música; hablaron suave, ella ponderó su actuación y él habló de lo bien que lo había pasado en ese Club, con un público tan cálido y receptor. Y luego de la voz de Janelle Monae, que se escuchaba en ese momento y que hacía todo más sensual, más erótico.


Entonces, ella movió sus preciosas piernas en un movimiento como de enroque, enormemente seductora y él las miró otra vez, alucinado. “Sos una mujer muy, muy linda”, le dijo silabeando mientras observaba la reacción de ella, “me erotizan tus bordes redondeados”, lanzó con rebuscada torpeza. Ella se rió blandamente. Estaban muy juntos y la mano de Adrián se distraía en el regazo de ella, que de tanto en tanto movía sus piernas para permitir el paso. Hablaron de Madrid y otra vez de música, como esperando. Se miraban como esperando tambiçen, en un momento de aislada intimidad. Ella pendiente de su voz que le cosquilleaba entre el pelo, él pendiente del leve movimiento de sus piernas que sostenían apenas la yema de sus dedos.


Jugaron a seducirse un largo rato, ajenos de todo aquello. Hasta que Adrián tuvo que irse a la ahora maldita sesión de fotos y allí se demoró un poco mas de la cuenta. Cuando volvió a buscarla, ella ya no estaba donde la habia dejado. La divisó cerca de la puerta, yéndose. Intentó llamarla con una mirada intensa como la intensidad que ella le despertaba, pero ella le tiró un beso prometedor sabiendo que nada se cumpliría y se fue, como se van esas mujeres solas que conocen el vuelo del pájaro que no hará nido en su ventana.
El quedó allí, mirando su ausencia, como se quedan los cazadores que pierden la presa sólo para que siga siendo una presa y despertando esa intensa sensación que lo acompañó un larguísimo rato, con la memoria de esas piernas que le picaban en la palma de la mano.

viernes, 6 de noviembre de 2009

exorcismo de viernes


contra la maldición
de la página en blanco
que me provoca
tu ausencia
he decidido escribir
sobre la señal
que tu cuerpo ha dejado
en las sábanas
tocoescribo
cada blanco pliegue
hueloescribo
en el blanco embozo
deseoescribo
en la blanca textura
que me apura
que me lleva
que me eleva en la memoria
hasta que vuelves.

martes, 3 de noviembre de 2009

feliz cumpleaños, Cronista.


imagen robada de AREN Y CAL- Gracias, Anabel

la idea fue de Sandy.
le hizo el filo al Detective
y acordaron mientras se miraban
campaneando otros deseos
que el Zurdo era el punto justo.
el cusifai guardaba algunos conocidos
del tiempo de la cafúa.

al rato el asunto ya estaba cocinado.
le batieron que Estercita
estaba invitada a la farra
y como el gilún seguía encamotado
consiguió mágicamente varios frascos
de wiski y champán bien non santos.

rozando las rodillas y los codos
en la grasienta mesa del rincón
tramaron aquellos dos la lista de invitados.
como el quía ya era en la ocasión
mas que cronista, consagrado artista
pusieron en la tarea empeño de gomias.

de entrada anotaron a las naifas
que ahora van con cartel de ninfas;
a la papusa de la voz sensual, Susana
a Miriam para la serenata
sin olvidarse de Sil y la Gallega
de Madrid, bien fanas del Cronista.

a esta altura, Sandy ofreció un vinito
y el Detective le agradeció
con una larga mirada a su cadera.

ahora le tocaba a los galanes:
el Zurdo se aseguró el convite;
consiguió zona liberada con el taquero
de Menardez y el Hurgador de libros
ni qué hablar, son compañeros.
el Tipo De Los Faros, inexcusable
es el dueño de la guitarra
se enviaron mensajes de texto
al Gallego de barcelona
y al Cumpa del tuyu, por si las moscas.

ah! y con la idea de Maracuyá
que bien se ganó ser invitada
se consiguió que Luz De Gas
trasmitiera por el éter la velada.

todos dijeron que sí, que por supuesto.
y acordaron ser tumbas con el tipo.
las minas chamuyaron con Sandy
lo del morfi y estuvo todo casi listo.
la sorpresa de la barra por el cumple
del Cronista venía que era un lujo.

las minas llegaron brillosas y arreboladas
con algunas cairpirinhas agregadas.
entre risas colgaron banderines
y racimos de globos colorinches.
manteles de papel y velitas perfumadas.
el Detective eligió un disco de blues
encendió un faso y relojeó la silueta
de Sandy organizando el escabio.

los tipos fueron cayendo de a uno en fila
empilchados pal convite y pa las minas
el Zurdo como siempre un poco farabute
y los langas marcándose de reojo las pintusas.

a rato, la Maga y Cecy con Cristina
se fueron a traer al del cumpleaños,
mientras Estercita y Miralunas
con Menardez colgaban un retrato
ad hoc del tal Recúpero.
fue la hora y amurado
con el dulce chamullo de las ninfas
llegó el cronista.
tardó un poco en darse cuenta
porque el quía no se banca la emoción
cuando lo toma de sorpresa
y estaba alli sin tener la menor idea.

araca! que aquí estamos y no es cachada.
orgullosos de quererte vamos siendo
tus gomías y por eso te cantamos
Cronista, feliz cumpleaños!

señoras y señores, están todos invitados
a desearle con nosotros buena vida, buenos vinos,
buenas canciones, buenos libros, buenos amigos
buen amor y mejores madrugadas!



domingo, 1 de noviembre de 2009

Recuerdos que trae la lluvia


Darío era el padre más lindo de todos los padres de mis compañeras del último curso de la secundaria.
Era alto, delgado, con distinción de caballero y gracejo de atorrante.
Tenía unos ojos de cielo, muy decidores. El cabello y el bigote canosos y suaves daban un marco absolutamente adecuado a aquella sonrisa llena de mensajes.
Darío era un galán, simpático y distante. Un seductor nato del que, según lo que les estoy contando, ya todos saben que nos tenía a todas aquellas adolescentes locamente enamoradas y envidiábamos a Raquel, mi compañera y amiga por aquel padre tan glamoroso.
Porque, además, era un bailarín espléndido. Y tenía una condición que adorábamos: en cada baile en el que nos encontrábamos (esos bailes que compartíamos con los “viejos”), nos invitaba a bailar a todas!
Aunque Raquel era una de mis amigas más intimas, yo guardaba un secreto que no compartía con ella ni con ninguna: Darío era para mi como un amor prohibido. El siempre cruzaba bromas conmigo (bromas de padre de Raquel, claro, aunque yo sentía que tenía el sol en el alma) y cuando me invitaba a bailar también: me dedicaba algún piropo inocente: “bailan las flores hoy?” y yo me reía y mientras sus manos se dibujaban para todo el tiempo en mi palma y mi espalda, posaba yo apenas mis dedos en su hombro rogando que no percibiera mi ansiedad.
En nuestro Baile de Egresadas el bailó con su hija y luego conmigo un largo momento del vals. Nunca me olvidé de su mirada y su gesto. Con la ceja un poco levantada y su encantadora media sonrisa, me anunció: “Serás una linda mujer. Te extrañaremos”.
Yo me iba hacia la universidad y me llevé entre otras lejanías y mis 17 años, esas palabras que escuché como una declaración de amor.

Cuando lo volví a ver, yo era una mujer de cuarenta y pico y él un hombre de casi ochenta años.
Aun usaba aquel bigote, conservaba aquel cabello de luna y mantenía intacto el glamour. Apenas caminaba mas lento y con las manos un poco bamboleantes, como con un movimiento de indecisión. Pero sus ojos y su mirada eran iguales a como yo las recordaba.
La convencí a Raquel de ir a visitarlo. Se alegró tanto de verme y me miró con una especie de juventud escondida, que me hizo reir con timidez. Matilde ya no estaba, todos los hijos se habían casado, pero él tenía los recuerdos mejores, aquella casa amigable y sus libros. “No la paso tan mal, me contó observándome desde su sillón.
“Tuve razón: sos una linda mujer. Y te extrañamos.”
Nos miramos con Raquel y nos reímos, seguía siendo aquel galán que la disgustaba un poco.
Nos despedimos ya y nos acompañó hasta la puerta.
Yo le di un beso y le dije al oído lo que creí que ya no importaba: “Sabe, Darío? Yo siempre estuve enamorada de usted”.
Entonces, él hizo algo inesperado; me miró hondamente, como con tristeza, estiró su mano insegura hasta mi cabeza y tomando apenas un mechón de mi cabello, susurró: “Yo también, Marta, yo también”.

Pude llorar aquel adiós, sólo cuando el tren empezó el viaje de regreso.
Y aún ahora, a veces, me ronronea el alma, acariciándola.