El nombre del padre es el que se inscribe en la mirada del hijo que lo
mira, que lo descubre, que lo elige para amarlo sin más misterio que el mensaje
indicativo de su corazón. Es el que hace unir la mano más joven con la que se
elige para ir por la vida. Es un paso que se acomoda con el paso que camina al
lado, sin graves disyuntivas: se elige casi siempre el mismo camino. El nombre del padre es el
señalado por el alma del hijo que lo define lugar, puerto, cobijo, hogar. Y el
alma del padre que sabiamente decide ese amoroso compromiso de estar ahí mismo.
A veces, el hijo cabe exactamente en las palmas del padre que lo
espera porque la vida ha entrelazado esos destinos y sobre su cabeza se
encuentran los ojos de ese hombre con los de esa mujer; pero otras, sencillamente,
son los insondables caminos del destino que van trocándose en amor y entonces el
hijo cabe exactamente en el espacio del abrazo del padre que lo recibe porque
la vida ha entrelazado esos destinos, versátil, loca, bendita, nutricia, como
es la vida a veces.
El nombre del padre es el nombre con que su hijo lo nombra cada vez y
le da contenido y significado.
Como bien lo saben ustedes dos, Eduardo y Fabricio.
n/a: que siempre sea el mismo camino.
n/a: que siempre sea el mismo camino.
Enternecedoras palabras. Sabrás que el mío también se llamaba Eduardo...
ResponderEliminar=)
Un abrazo
al que paso a leer de vez en cuando! El mejor recuerdo para él!
EliminarMuchas gracias por recordarlo!
EliminarBeso grande
Bellos
ResponderEliminarGrandes conversaciones
Perdí a mi padre el octubre pasado... llevo su mismo nombre... parte de su esencia... y todos los recuerdos que me abrazan a él en mi corazón... si mil vidas naciera... mil veces le elegiría a él como padre (también a mi madre)...
ResponderEliminarAbrazo
Entrañable texto.
ResponderEliminarUn saludo!